Buen toreo
En esta corrida del verano taurino barcelonés abrió plaza, con un bravo y codicioso ejemplar de Río Grande, el rejoneador Leonardo Hernández, medido en los rejones de salida y poco afortunado en banderillas, con varias pasadas en falso y sin acoplarse con la excelente embestida de la res, a la que, en el definitivo envite, liquidó de mala manera de un feo rejonazo. Tardó en entrar en calor con el de Los Bayones, haciéndolo en banderillas, aunque saliese muy rápido de las suertes, sin que el astado siguiese a las cabalgaduras. Sin embargo, su actuación fue más vistosa y vibrante que la anterior. A la tercera, el rejón de muerte en su sitio acabó con la vida del animal.
El primero de El Cid, renqueante y flojo, fue devuelto a los corrales y sustituido por un sobrero de Criado Holgado, de desarrollada cornamenta, al que El Cid instrumentó de salida una buena tanda de verónicas, refrendadas en el quite. En la faena de muleta el trasteo en los medios tuvo buen corte, pero también un acople intermitente, fallando finalmente con los aceros. El quinto llegó al último tercio dando muestras de invalidez, pero El Cid captó su buena condición y lo toreó espléndidamente al natural en los medios, base de una faena de muy buen tono, rematada con una casi entera tendida que puso en sus manos la única oreja de la tarde.
Charro / Hernández / Cid, Vilches
Toros: para rejones uno de Río Grande, bueno y uno de Los Bayones, manejable; en lidia ordinaria, cuatro de Loreto Charro, escasos de fuerza, pero de buena condición. Leonardo Hernández, silencio y vuelta al ruedo. El Cid, silencio y oreja. Luis Vilches, vuelta al ruedo y vuelta al ruedo. Plaza Monumental. Un tercio de entrada. Barcelona, 11 de agosto.
El tercero, flojo pero con buen son, fue veroniqueado con aguante por Luis Vilches, que confirmó un toreo de clase, sobre todo por el buen pitón del toro, el derecho, aunque también se lo pasase con la zurda. Una gran estocada al encuentro no fue refrendada con el descabello hasta el tercer intento. El sexto manseó en varas, empañando la favorable impresión dejada por sus hermanos de camada, a pesar de lo cual Vilches le hizo un buen quite por chicuelinas, con el animal gazapeando. No obstante, en la muleta el astado mejoró y Vilches comenzó la faena rodilla en tierra hasta que el animal dejó de acometer con el mismo ímpetu, lo que hizo que el diestro demostrara, además de torería, valor.
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