Frigo se sacude la frustración
Quinto en la Clásica, el italiano se consuela con una fácil victoria en UrkiolaQuinto en la Clásica, el italiano se consuela con una fácil victoria en Urkiola
Camino de Urkiola, los pronósticos presumían una explicación entre rivales eternos como el ibanesto.com y el ONCE, siempre dispuestos a darse de tortas para fastidiarse. No hubo ningún representante de estos dos equipos entre los seis primeros. La víspera, la Clásica había abandonado a un puñado de italianos frustrados y rabiosos, decididos a redimirse de inmediato. Ibanesto.com y ONCE llegaban vestidos de gala, pero sin la rabia que movía a los italianos. Por ahí se desinflaron.
Dario Frigo fue el peor entre los mejores en la llegada de la Clásica. Un disgusto para un tipo que busca con desesperación triunfos que rehabiliten su imagen, más que afeada tras la redada de San Remo que le valió la expulsión del Giro 2001, la vergüenza de perder la maglia rosa por un evidente caso de dopaje. A Frigo no le va mal: ya no aspira a ganar grandes vueltas, pero al menos gana las pequeñas, como la de Romandía, también el campeonato nacional italiano contrarreloj y sus intentos redentores llegan hasta Francia, adalid del ciclismo limpio, donde el pasado julio se llevó una etapa de montaña. Pero el italiano quiere más y sabe que todos los éxitos serán pocos para convencer al mundo de su rehabilitación. Frigo deseaba la Clásica, pero pinchó en el hueso de Jalabert, así que Urkiola le pareció consuelo suficiente. No se anduvo con remilgos en la ascensión definitiva. Se fue a por el inesperado García Quesada, que se iba a meta con desparpajo, lo atrapó y tuvo que admitir cierto nerviosisimo cuando su compatriota Di Luca les dio alcance.
Di Luca también andaba a la caza de consuelo, lo que le hacía tan peligroso como su punta de velocidad. De Quesada, Frigo no sabía nada de nada. Eso sí, al menos no se trataba de Jalabert, ni de un final llano. Se anunciaba un desenlace lleno de dudas, pero en cuesta y Frigo lanzó su andanada desde lejos, muy lejos, ansioso por descubrir qué podía dar de sí el tal Quesada y el poderoso Di Luca. Nada de nada. Menos mal; Frigo no hubiera soportado perder dos veces seguidas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.