Cultura para noctámbulos
Un año más, con la llegada del estío, se prodigan los eventos culturales de toda índole que en muchos casos se dan cita en poblaciones donde habitualmente existe poca o ninguna oferta cultural de calidad. Serían, pues, buenas ocasiones para fomentar la Cultura, con mayúsculas, allí donde no es fácil acceder a ella. Sin embargo, los horarios en que tienen lugar estos acontecimientos no propician su disfrute. He observado año tras año la tendencia a retrasar la hora de las actuaciones hasta el punto de que es difícil encontrar un espectáculo que comience antes de las nueve de la noche, siendo lo normal que comiencen a las diez, y los más de ellos, ¡a las once de la noche!
Sinceramente, no sé quién puede estar lo suficientemente lúcido para asimilar un concierto barroco o el verso de Lope hasta ya entrada la madrugada, y mucho menos si se quieren hacer compatibles estas actividades con el trabajo diario. Me atrevería a decir incluso que tampoco los artistas se encontrarán en plenas facultades a esas horas (el mismo Barenboim hace ya muchos años dijo que no volvería a Madrid si tenía que tocar a las diez y media de la noche).
Pediría a los organizadores sensatez en este asunto porque muchas personas tenemos que renunciar a estos espectáculos por culpa de un horario absurdo, personas que, 'sorprendentemente', utilizan la noche para descansar.
Lo que se está haciendo así es orientar las actividades culturales estivales a un público compuesto en esencia por desocupados, veraneantes y noctámbulos, no siendo ésta, a mi juicio, la mejor forma de promover la escasa cultura que se nos ofrece en España.
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