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Reportaje:

Campus Party desenchufa

El encuentro de 3.000 internautas en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia se ha convertido con su sexta edición en un clásico estival

La sexta edición del Campus Party terminará hoy como empezó: con 3.000 internautas arrastrando sus equipos informáticos de un lado a otro. El encuentro, convertido en un clásico estival, aumentó su cifra de participantes hasta duplicarla, amplió su oferta y dejó atrás deficiencias de otras ediciones. Los participantes, en su mayor parte jóvenes de entre 17 y 25 años, durmieron en la planta inferior de l'Umbracle, el aparcamiento de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La superior albergó la sala de ordenadores, donde los 3.000 participantes han permanecido hasta hoy conectados en red, y el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe quedó destinado a conferencias, exposiciones y zona de descanso.

Para muchos es una ocasión de poner cara a las relaciones iniciadas en la red
Entre los alumnos hay mucha gente mayor, amas de casa e incluso familias enteras

El Campus Party pretende ser un foro de intercambio de experiencias, un maratón informático con muchas actividades condensadas en unos días. Para muchos también es una ocasión para poner cara y cuerpo a las relaciones iniciadas en la red o para los reencuentros. 'Quedamos con gente del año pasado en venir', explicaba el lunes pasado Antón, un reincidente de este certamen que llegó desde Alcanar (Tarragona) con tres amigos, dos coches, sus propias sillas, un ventilador, una tele y la Play Station II. La velocidad de la red, con 100 megas en el tramo de usuario (que permite una rapidez entre 200 y 2.000 veces superior a la casera) y las dos líneas ATM de 155 MB de ancho de banda, abren para estos aficionados un amplio horizonte de posibilidades. Este año la oferta se completó con una red inalámbrica que ampliaba la movilidad de los participantes al permitir conectarse a la red con un portátil, previa instalación de una tarjeta adecuada, sin cables.

Pero todos los participantes no son veteranos. Maruchi observaba en una de las filas de ordenadores a su hijo y a un amigo, ambos de 13 años. 'El año pasado vinimos como visitantes', explica esta madrileña, que al tiempo que considera que la informática es para los jóvenes de ahora 'como saber escribir' para los de su generación, también insiste en que 'hay que compensar' la afición con los entretenimientos clásicos. 'Esta semana es una excepción', asegura.

Maruchi es una de los más de 400 participantes que llegaron a Valencia desde Madrid para participar en el encuentro. Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía son los otros puntos que aportan más internautas a la cita. Y entre las curiosidades, un chino, un rumano 'y algún italiano', según explicaba la organización. Pocas mujeres todavía en las listas (no superan el 20%). Entre ese porcentaje estaban Ana y Sonia, de 14 y 16 años, integrantes de un grupo de chicas de distintos puntos de España que juega a Counter Strike y que quedaron esta semana en Valencia.

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Entre las novedades, el Campus organizó cursos gratuitos de cinco horas de acercamiento a Internet. Una actividad de solidaridad digital impartida por cibervoluntarios y que decidieron aprovechar algo más de mil personas. La filosofía básica de esta iniciativa es enseñar que 'el ordenador es una cosa útil y no un cacharro que tienen sus hijos en la habitación' y que 'también pueden encontrar en la red la receta del pato a la naranja', según comentaban dos cibervoluntarios esta semana. 'Intentamos picar a la gente para que se interese', explica Alex, uno de los profesores, para que una vez tengan 'el gusanillo' sigan solos. 'Si aprendes solo jamás se olvida', concluye.

La organización explica que entre los alumnos había 'mucha gente mayor', amas de casa e incluso familias enteras. El 95% de ellos acudió sin conocimientos de informática. Alguno, de hecho, arrastró el ratón por la pantalla cuando el profesor dio la indicación de 'mover el ratón'. Es este elemento, explica un profesor, lo que más les cuesta aprender 'porque el teclado es como el de las máquinas de escribir'.

Una de las sorpresas para los cibervoluntarios fue detectar, entre los asistentes a los cursos, al padre del inventor español que diseñó la memoria del Pentium 4, el soporte sobre el que trabajan casi todos los ordenadores del mundo. Su hijo trabaja en Sillicon Valley, el Hollywood de la informática, y él quiso aprender algo de ese mundo haciendo bueno el dicho de que 'en casa del herrero, cuchillo de palo'.

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