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MI AVENTURA | EL VIAJERO HABITUAL
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sorpresas de la India

LA INDIA, MÁS que un país, es una filosofía de vida impregnada en un territorio que choca con la mentalidad de un occidental. Nuestro viaje comenzó en Calcuta, con más detalle en su aeropuerto, en donde unas arañas del tamaño de una pelota de golf transitaban por sus aseos ante la tranquilidad más absoluta de los lugareños. En el trayecto hacia el centro de la ciudad observamos lo que sería una constante: personas que viven en los andenes de la carretera; vacas que pululan sin rumbo en un dédalo de seres humanos y vehículos; cientos de rickshaws cuyo sistema de tracción es un hombre sobre una bicicleta; aves rapaces sobrevolando el cielo en busca de un roedor y que utilizan las piscinas de los hoteles de lujo como abrevadero, y una cálida sonrisa, a modo de saludo, en la cara de niños y adultos cuando nuestras miradas se cruzaban.

En Benarés, los muertos son transportados en las bacas de los coches a los ghat crematorios; cientos de personas llegan cada día a la ciudad con la intención de morir; leprosos piden limosna a los turistas, y algunos restos humanos, defectuosamente incinerados, flotan por el Ganges en espera de que la corriente los arrastre río abajo. Presenciar allí un amanecer es algo inolvidable. Los rayos solares iluminan los palacios y palacetes que bordean la orilla, y centenares de personas hacen sus abluciones en el río sagrado, pese a su alto grado de contaminación.

En Khajuraho admiramos los únicos templos con esculturas eróticas en el mundo, construidos en los siglos XI y XII, y que se han mantenido intactos gracias a la maleza.

El viaje continuó por Agra y su Taj Mahal; Gwalior y su fortaleza milenaria; Jaipur, la ciudad rosada; Delhi... Todas igual de fascinantes en un país que a nadie deja indiferente.

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