Bonanza estival en las playas de O Grove
Una ruta de arena, buena comida y albariño en el corazón de las Rías Bajas
La península de O Grove está situada en la orilla más meridional de la ría de Arosa. Esto quiere decir, primero, que la mitad oriental de sus costas está bañada por las mansas aguas de la ría, mientras la mitad occidental -con la larga playa de La Lanzada como mascarón de proa- soporta el duro embate del océano Atlántico, y, segundo, que estamos en las Rías Bajas. Con esto último llega también la primera remesa de tópicos: sinuosas carreteras en pésimo estado, naturaleza salvaje, territorio comanche del contrabando, buena comida y lluvia asegurada. Sin embargo, si somos nosotros los que llegamos, el primero de los tópicos acaba convertido en un suceso extraordinario: la nueva autovía del Atlántico y la vía rápida que enlaza Vigo con Santiago han reducido en casi dos horas la distancia entre sus poblaciones y cualquier otra capital de provincia. No se puede decir lo mismo del paisaje natural: es de temer que tarde o temprano sus bosques de pino y eucalipto cedan a la expansión inmobiliaria. Ya ha sucedido en Sanxenxo, de cuyo paseo marítimo han desaparecido casi todas sus viejas y recoletas villas para dejar paso a los bloques de apartamentos y las viviendas unifamiliares. Así que no es extraño que la fiebre alcance a los vecinos de la ría contigua. Tres son las localidades más importantes de la península de O Grove: el propio pueblo de O Grove, Reboredo y San Vicente do Mar, y en todas ellas la urbanización es un hecho consumado, especialmente en San Vicente y en la isla de La Toja (unida a un costado de la península por un famosísimo puente, también hoy en fase de reestructuración), en cuyos perfiles empiezan a observarse dislates levantinos y vicios de corte marbellí.
Desde el mirador del monte de la Siradella, las vistas sobre la playa de La Lanzada son magníficas. Y las noches pueden llegar a ser mágicas con las Lágrimas de San Lorenzo
Arenas de Reboredo
Sin embargo, hay algo que aún permanece intacto: sus playas. De todas, y no son pocas, las de la península de O Grove, son las de Reboredo, sin duda, las más atractivas. Playas pequeñas y apartadas, de fina arena dorada y aguas limpísimas, rodeadas de pinares y delimitadas con rocas de gran tamaño. La sensación de tranquilidad invade a quien las encuentra. El vaivén del agua, el aleteo de una gaviota, el correteo de una lagartija entre las zarzas, el suave crujir de la arena bajo nuestra espalda mientras la brisa atenúa la acción del sol sobre nuestra piel nos hace preguntarnos si no estaremos en otro lugar. Los motores de las lanchas, las pachangas de fútbol y voleiplaya, las ruidosas reuniones familiares al consabido olor de las sardinas asadas... parecen convertirse en desafortunados recuerdos de civilizaciones pasadas, o futuras.
La ruta más cabal comienza sin duda por la playa de As Pipas, rodeada de pinares y formaciones rocosas ideales para tomar el sol, o contemplar desde cierta altura la ría, plagada de bateas, santo y seña del paisaje marítimo local. Desde hace unos años, hoteles y cámpings se han reproducido con cierta virulencia en sus alrededores, así que para los alérgicos a cualquier tipo de afloramiento turístico, por pequeño que sea, la solución es tomar el coche y desplazarse un par de kilómetros hasta la playa de Area Grande. Antes de llegar a ella, en lo alto de la loma que la cobija, nos topamos con una pequeña iglesia cuyo cuidado camposanto merece, al menos, una parada curiosa. Abajo, orillas de arena blanca y un silencio paralizador. El recién inaugurado chiringuito Tango (de propiedad argentina, cuyos platos estrella son sus carnes) nos librará del aislamiento y los problemas de aprovisionamiento que siempre conlleva. Una vez acallado el estómago, nada mejor que pasar un tiempo tranquilo en Area Pequeña, una calita de apenas veinticinco metros de largo, maravillosa, escondida entre las rocas de su hermana mayor. Y a partir de ahí basta dar un pequeño salto para llegar a la última de las grandes playas de Reboredo, la del Carreiro. Una playa algo más abierta y desahogada de vegetación, con grandes vistas a la desembocadura de la ría y presidida por el yacimiento arqueológico de Adro Vello, donde se pueden contemplar los restos de una necrópolis romana y parte de una fortificación de la Baja Edad Media.
Pero el sol está cayendo y aún hay cosas que ver. He querido trazar el itinerario de este a oeste por una razón muy sencilla. Por ganar tiempo al tiempo. Los días de estío aquí son interminables, y nunca anochece completamente hasta bien entradas las diez de la noche. Pero que haya luz no quiere decir que la temperatura acompañe. Las ocho de la tarde es una buena hora para levantar el campamento y seguir nuestra ruta hasta San Vicente do Mar. Allí podremos merendar o tomarnos una cerveza en el club náutico, o sentarnos en una de sus playas abiertas ya al océano y más impersonales que cualquiera de las anteriores. Una copa, contemplando cómo el Atlántico acuna el sol, parece ser lo ideal antes de pensar en regresar a casa o al hotel para arreglarnos antes de cenar en un buen restaurante como La Posada del Mar, Crisol y El Combatiente, en el puerto de O Grove, o El Pirata, frente al club náutico de San Vicente do Mar. Pimientos de Padrón, almejas a la marinera y cigalas a la plancha, excelentes sin más, dan justa fama a esta región como una de aquellas en las que mejor se come de todo el país.
La ruta del albariño
Eso sin olvidar la bebida; no en vano nos encontramos dentro de la ruta del albariño, y la selección de caldos es siempre variada y exquisita. Después de la cena quedan la noche y sus excesos, tan parecidos a los de cualquier otro lugar. Pero si su ánimo es otro, dejen que les haga una última recomendación. Suban con su pareja o sus hijos al mirador del monte de la Siradella. Si de día las vistas sobre La Lanzada son magníficas, las noches del mes de agosto pueden llegar a ser mágicas: las Lágrimas de San Lorenzo clausurarán a buen seguro una estancia inolvidable.
GUÍA PRÁCTICA
- Antes de llegar a Pontevedra por la autopista A9 de A Coruña a Vigo, tomar la VRG-41 (vía rápida) a O Grove.
- Gran Hotel la Toja (986 73 00 25). Isla de la Toja. La doble, 198,33 euros. - Hotel Marola (986 74 57 77). Playa de La Lanzada. Sanxenxo. La doble con media pensión, 81,32 euros. - Hotel del Mar (986 72 01 44). Paseo Playa del Cilgar, 52. Sanxenxo. La doble con media pensión (a elegir comida o cena), 86 euros. - Hotel Louxo (986 73 02 00). Isla de la Toja, s/n. La doble con desayuno, 126 euros.
- Posada del Mar (986 73 01 06). Rúa Castelao, 202. O Grove. Mariscos y pescados. Precio medio, 30 euros. - Crisol (986 73 00 29). Avenida Hospital, 10-12. O Grove. Mariscos y pescados. Unos 21 euros. - Combatiente (986 73 07 41). Plaza del Congo, 10. O Grove. Pescados, arroces con almejas o vierias. Unos 20 euros. - Club Náutico de San Vicente (986 73 84 43). Piedras Negras. O Grove. Empanadas de mariscos. Alrededor de 15 euros.
- Catamarán Acquavisión (986 68 04 11). Un recorrido de hora y media por las rías partiendo de O Grove. Precio, 10 y 5 (de 7 a 14 años) euros. - Acquarium Galicia (986 73 29 68; www.acquariumgalicia.com). Punta Moreiras. O Grove. 100 especies distintas, entre ellas tiburones, nutrias, esturiones y pirañas. Abierto toda la semana, de las 9.00 a las 21.00. Entradas, 8 y 6 (de 6 a 14 años) euros.
- Oficina de Turismo de O Grove (986 73 14 15). - Oficina de Turismo de Sanxenxo (986 72 02 85). - www.turismogrove.com.
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