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Crónica:Campeonatos de Europa al aire libre | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mazazo de Chambers

El velocista británico desafía al frío y arrolla en los 100 metros con 9,96 segundos

Santiago Segurola

El éxito se le había resistido demasiado a Dwain Chambers, el velocista británico que funciona como alternativa de poder frente a los norteamericanos desde hace tiempo. En Múnich ganó su primer gran campeonato con una demostración de primer orden en una noche fría y desapacible, la menos conveniente para las pruebas explosivas. Chambers, que empezaba a ganarse cierta fama de flojo en las competiciones importantes, lanzó un mensaje contundente. Venció con 9,96 segundos, una marca sensacional a la vista de las condiciones en las que se disputó la carrera. Ahí estaba el sucesor de Linford Christie y el hombre capaz de apurar a gente como Mo Greene o Tim Montgomery. A Greene le ha ganado dos veces esta temporada, pero no era suficiente para acreditarle. Necesitaba alguna victoria inapelable, de las que marcan el territorio, de las que Chambers perseguía en los últimos años. Si de algo sirve su triunfo en los Europeos es para despejar dudas: está en las mejores condiciones de desafiar a los estadounidenses.

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Chambers sólo tiene un adversario real en Europa. Es su compatriota Mark Lewis Francis, el chicarrón de 19 años que no ha acudido a Múnich por una lesión muscular. Sin él como obstáculo, hizo una carrera y los demás otra. Después de la frustración que sufrió en los recientes Juegos de la Commonwealth, en los que se lesionó en la final de los 100 metros, se llegó a pensar que muchos de sus problemas físicos eran producto de la tensión. El caso es que sus lesiones musculares eran recurrentes y había que buscarlas explicación. Unos decían que Chambers no se hidrataba bien los días de las finales, especialmente en el intervalo entre las semifinales y las finales. Otros aseguraban que el problema de Chambers venían de una hidratación excesiva. Este hombre bebe un promedio de ocho litros de agua al día, lo que le obliga a una masiva eliminación de líquidos y minerales. De ahí los tirones que tantas veces le han afectado.

El gurú Korchemny

Había otros problemas de orden técnico que el británico ha querido resolver en el último año. Sabe que necesita afinar todos los detalles para hacer frente a los norteamericanos. El pasado invierno decidió viajar a California para encontrarse con un viejo gurú de la velocidad, Remy Korchemny, el ruso que adiestró al gran Valeri Borzov. Korchemny, a sus 69 años, le entrenó durante nueva semanas y le pulió algunos defectos. Por lo visto, la cosa funcionó. Chambers regresó a Inglaterra con más seguridad que nunca, dispuesto a desafiar a Greene. Le venció dos veces, en Oslo y Sheffield, pero le faltaba un título de verdad. Lo consiguió ayer en el escenario donde Borzov ganó la final olímpica en 1972, como si el viejo Korchemny tuviera que ver en el destino de sus atletas.

A Chambers sólo podía ofrecerle resistencia Francis Obikwelu, el portugués de origen nigeriano. Obikwelu es elegante, pero no tiene la pegada de Chambers. Le falta el tremendo físico del británico, un culón imponente, como es de ley entre los grandes especialistas de los 100 metros. Con unos deltoides descomunales, Chambers está perfilado al milímetro a golpe de gimnasio, lo que trasciende en la pista con su estilo implacable: cuando la pisa, golpea y rebota como un martillo pilón. A su lado, Obikwelu es demasiado gracil. Más estético, pero menos firme. Y los 100 metros son para pegadores, para gente como Chambers. Por si hubiera dudas, bastó verle en su triunfal noche de Múnich.

El británico Dwain Chambers canta su victoria inapelable en los 100 metros muniqueses.
El británico Dwain Chambers canta su victoria inapelable en los 100 metros muniqueses.ASSOCIATED PRESS

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