LA GIRA DE LA RUMBERA PRODIGIO
Un año después, su canción de los gorilas sigue arrasando. Melody cumple 12 años en octubre, viaja con un profesor y vive de gala en gala. El pasado lunes fue aclamada por el público infantil de Pinoso (Alicante)
No es fácil llegar a Pinoso, el último pueblo alicantino del Valle de las Uvas, casi en la frontera con Murcia. Los cerca de seis mil habitantes de esta localidad viven estos días su fiesta mayor en honor a la Virgen del Remedio. Cerca de dos lugares murcianos célebres por sus vinos, Yecla y Jumilla, Pinoso figuraba en la hoja de ruta donde el pasado lunes recaló la artista Melody, la última niña prodigio de la música española, que el próximo día del Pilar cumplirá 12 años. Pinoso es una parada más de la treintena que va a realizar a lo largo del verano la artista que se hizo famosa el verano pasado por el Baile del gorila.
En Pinoso no hay hotel y, a pesar de estar en feria, el único hostal está cerrado por vacaciones. El séquito de Melody ha elegido un hotel en Aspe, a 22 kilómetros, y de él sale un poco antes de las nueve para que le dé tiempo de estar lista a eso de las once de la noche, cuando empieza su actuación en el escenario de los Jardines Municipales. En los chiringuitos de la feria hay nerviosismo desde la tarde. Que actúe Melody es todo un acontecimiento. 'No estoy cansada', dice la artista. 'He tenido cuatro días libres y he estado en la playa con mis primos'. Acaso esos pocos días pasados en La Línea de la Concepción sean las únicas vacaciones que tome Melody en todo este verano. 'No hemos parado desde julio del año pasado, ni en invierno', cuenta Antonio Iglesias, su mánager personal, un poco asustado del cariz que ha tomado la carrera de su artista.
Melody, sus padres, su hermano pequeño, una amiga, una tía y el mánager se presentan en los Jardines Municipales en dos grandes coches y otro más pequeño -'por ser vacaciones, ahora llevamos más séquito, pero en invierno cabemos en un solo coche y sólo viajamos su padre, la profesora y yo', dice Iglesias-, una hora y media antes del comienzo del concierto. El escenario está enclavado en mitad del pueblo y se palpa la excitación entre los centenares de niños que quieren ver cómo su estrella baja del coche y encara el camino a camerinos.
Pinoso está en fiestas y Melody tiene que respetar los protocolos de rigor: saludo al comité de festejos, al representante de zona, a su director musical, a los miembros de la corporación municipal con sus hijos... Con buena cara atiende a todos y se deja entrevistar por las cámaras de la televisión local. 'Deprisa, que todavía se tiene que vestir', apremia el mánager.
A Melody, que no pone nunca un mal gesto, le gusta especialmente el encuentro con niñas de su edad, muchas de ellas imitadoras suyas. Las reinas infantiles de las fiestas, con sus vistosas bandas, ocupan un lugar de privilegio y quieren invitar a cenar a su ídolo. Pero son las once de la noche y Melody se tiene que enfundar un traje-pantalón rojo acampanado y con flecos. Se apagan las bombillas que iluminaban a más de 2.500 personas, se encienden las de escenario y, flanqueada por dos bailarinas que llevan la cara de la niña en la camiseta, aparece Melody en escena. Los niños de las primeras filas se quedan con la boca abierta; un poco más atrás, en sillas, sus abuelas les miran embelesadas y corean las canciones que les suenan. Entremedias, madres y padres se esfuerzan para que sus retoños vean mejor a Melody y no dudan en subírselos a los hombros. 'Que se lo paséis muy bien', grita la artista dando las gracias por la cariñosa acogida.
A pesar de su edad, Melody manda. El escenario es suyo, y por él se mueve con una destreza y naturalidad pasmosa. Es su segundo verano de éxito, cuando muchos dijeron que su Baile del gorila sería sólo flor de un día. Melody acaba de editar su segundo disco, que abunda en esa rumba graciosa que tan bien defiende sobre las tablas. Cuentos infantiles de arañas, perritos, gusanitos o ratitas con la sola pretensión de sacar la sonrisa de un niño.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.