Verano azul... oscuro
Debe de ser verano. Es más, debe de serlo pese a que no se pueda ir a la playa, las pochas no maduren y los tomates se estén pudriendo. Lo juro, debe de ser verano porque, aunque nos falte esa otra referencia estival que es el bonito, los políticos se han ido de vacaciones pese a que lo del bonito no tenga nada que ver con las isobaras, sino con la vara que le han metido los pescadores para llevarlo al borde de la extinción. No, ya no podremos presumir de bonitos del norte, pero qué importa, han comenzado las vacaciones políticas, por lo que debe de ser verano. Incluso puede que sea agosto a pesar de que las témporas anden también de culo con sus pronósticos de mejoría. Y entre que los políticos se han marchado de vacaciones y no se puede ir a la playa andamos bastante desamparados, son muchas horas para pensar y ya sabemos adónde conduce esa manía de pasarse el rato pensando.
Por eso nuestros políticos, adviértase que el posesivo se maneja con suma cautela, nos han dejado un par de deberes, deberes veraniegos, se entiende, para que no nos dé la fantasía de pensar por nuestra cuenta. Así, la gallina turuleta ha puesto un huevo (ha puesto dos, ha puesto tres) con idea de que eclosione en septiembre, pero mientras lo hace podemos dedicar los escombros del verano a observar a través de la cáscara cómo evolucionan las exigencias del pollo a transferir. Porque no lo duden, han dejado preparado un buen pollo. Más vale que cierto consejero que no se ha ido de vacaciones para seguir disfrutando del cargo jura que no saldrá del cascarón ningún marco nuevo. Ni siquiera es seguro que nos salga un pollo de caserío. ¿Qué saldrá del huevo en septiembre? He ahí la pregunta del verano y de la consejera Zenarruzabeitia que se va a pasar agosto entre legajos a fin de que no se le ponga oscuro el cutis -le aguaría la imagen- y el huevo quede bien empollado con su Seguridad Social transferida y la yema del otro.
El segundo se llama txapela. El segundo deber veraniego, digo. Como podría no bastarnos con la opacidad del huevo, nuestros políticos han pensado que no deberíamos perderles de vista por aquello del fuero. De modo que, apoyándose en alguna vieja lectura de verano, han desempolvado a Guillermo Tell, pero por la parte del gorro, ya saben, cuando el visorrey Gessler manda clavar la pica en la encrucijada y le pone en la punta un gorro para que todos cuantos pasen le saluden y le rindan pleitesía. Claro que aquí no procede un vulgar sombrero; por eso han clavado una txapela en lo alto del Gorbea (Maritxu sube al monte y verás...). De ahí el mutismo del lehendakari. ¿Para qué va a decir nada si la txapela lo dice todo? Por ejemplo: ¿que se empeñan en chincharle desde Burgos y Vitoria (Gasteiz) mentándole Treviño?, él permanece impasible señalando lo alto del Gorbea brillar. Bien mirado, hasta las nubes vienen a ser una extensión de la txapela para que permanezcamos recogidos sobre nosotros mismos y nuestros temores de nación en lugar de despatarrarnos en la playa al albur de cualquier amorío y deslealtad, por no decir de una simple comezón por hongos.
Más vale que nos han dejado de guardia a ese fanal no sólo de la sabiduría política llamado Egibar. Así, haciendo uso sobrado de su condición de luminaria nos ha deslumbrado con toda una batería de declaraciones por no decir de focos. Con su habitual y nunca disimulada soberbia aboga en favor de que el Parlamento vasco actúe con independencia del Estado sin darse cuenta de que tanto la Cámara como él, Egibar, no sólo forman parte del Estado sino que están a su servicio o, lo que es lo mismo, al de los ciudadanos, incluidos los no nacionalistas. No contento con eso declara inconstitucional el no traspaso de competencias, fuera de la ley la vigente Ley de Partidos y abusiva la conducta de un párroco que, sabiéndose amenazado, hubiera tenido que aceptar humildemente quizá su destino de eventual cadáver. Esta línea de pensamiento es idéntica en todos los puntos citados a la de Otegi que sólo ha ido un poco más allá al declarar ilegales a los gobiernos de España y Francia. Se diría que han veraneado alguna vez juntos. ¿O no?
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