José Mercé triunfa en los Proms
El cantaor se despidió del Albert Hall con un 'Gracias, London'
José Mercé repitió en Londres lo mismo por lo que aquí, en su tierra, le respetan y le critican los aficionados cabales: un ratito de autenticidad, como para no olvidarse de lo bueno que puede ser, y luego a divertir a la gente. En la primera parte de la Noche Flamenca que los Proms incluían en su programación 'española' demostró que es un cantaor largo y hondo, con unas alegrías antológicas y una malagueña en la que echó el resto. Como en la soleá y el fandango, con un Moraíto Chico fiel a sí mismo.
En la segunda se metió de lleno con su grupo en eso que unos llaman flamenco fusión y los ingleses, en el programa de mano, Open Flamenco. Ahí se acabó lo que se daba y reinó la rumba y hasta el son cubano, quizá para alivio de esa parte de la audiencia a la que el cante grande parecía sonarle exótico.
Mercé pidió al público que coreara el estribillo de Al alba, pero nadie respondió. Una pena que, para una noche que nos dan, se gaste así la pólvora en salvas y el verdadero flamenco quede reducido a una expresión más bien mínima por más que excelentemente acabada. No era esto, pero, como dijo Mercé: 'Gracias, London'.
'Goyescas' de ensueño
El día antes, el italiano Giananrea Noseda, nuevo titular de la Filarmónica de la BBC, firmaba unas Goyescas de ensueño. Noseda, ligado desde 1997 a la Orquesta de Cadaqués, dirigió la obra de Granados desde esa emoción y ese sentido del ritmo que llevan del garbo a la tragedia. El coro, los fabulosos BBC Singers, actuaron con la majeza propia de sus papeles y sin una pizca de acento.
Como el resto de un reparto en el que sólo había una castellanohablante, la muy prometedora soprano chilena Ángela Marambio, ganadora del concurso Francisco Viñas de Barcelona, hará esta misma Rosario de Goyescas en el Liceo en el 2004. En la segunda parte del programa, después de la operita de Granados, vendría La hora española, de Ravel. Noseda volvió a demostrar que, de vez en cuando, los ingleses saben lo que fichan.
Los solistas fueron espléndidos, un elenco de lo mejorcito de la nueva hornada con algún añadido para darle solera: Sarah Connolly, Brett Polegato, Peter Rose, Charles Castronovo y Jean Paul Fouchécourt, un Torquemada perfecto. La hora española es una joyita.
Gracias a Noseda, la comparación entre la obra maestra del francés y la más bien frustrada del catalán resultó menos odiosa que nunca. Había un maestro, y se notó. Sobre todo cuando el Albert Hall escuchó, en religioso silencio, un Intermedio inolvidable.
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