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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más crímenes

EL ATENTADO de ayer viene a cumplir, desgraciadamente, con el trágico ritual al que ETA nos tiene acostumbrados los últimos veranos. Una vez más, pacíficos ciudadanos que comenzaban sus vacaciones en un tranquilo lugar turístico han visto sus vidas segadas por el salvajismo de la banda. La muerte de una niña de seis años añade más crueldad al crimen de los terroristas, que colocaron el coche bomba cerca de una parada de autobús, donde era evidente que un domingo de agosto y a esa hora habría numerosas personas.

Acabar con esta sinrazón es la primera obligación que deben afrontar al tiempo políticos y toda la ciudadanía. Por eso no se entiende que mientras estos crímenes se repiten una y otra vez, los partidos con mayor implantación en el País Vasco sigan sin coordinar sus políticas -con las diferencias obvias que deben separarles- para dejar sin espacio a los terroristas y a quienes les apoyan. Terminar con los crímenes es una obligación que sobrepasa la disputa política y todos los partidos políticos que crean en la democracia, la libertad y la dignidad humana deben colaborar de lleno a la extinción de la plaga terrorista.

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Atentados como el de ayer también vacían de contenido las retóricas declaraciones de no pocos políticos e intelectuales vascos reclamando para su ámbito geográfico la solución al conflicto. El coche bomba estalló ayer en Alicante, y los últimos atentados se habían producido en Andalucía. Es evidente que toda España está en peligro y todos los ciudadanos, vascos o no vascos, tienen el mismo derecho a exigir soluciones y a ayudar a buscarlas.

Y por eso mismo también convendría que el Ministerio del Interior, y por extensión el Gobierno de la nación, no cargue excesivamente las tintas sobre la culpabilidad o falta de eficacia del Ejecutivo vasco en la lucha contra el terrorismo. Ante crímenes como los de ayer, sería indigno hablar de la falta de medidas de seguridad en algunos lugares o de la ineficacia de uno u otro cuerpo policial, pero evítese el Gobierno descargarse de culpas echándoselas al vecino. Son momentos de duelo en los que debe primar la unidad de todos los demócratas y de los partidos políticos en apoyo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. En toda España, primero, y muy especialmente en el País Vasco, después.

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