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Columna
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¡Confesión!

Imparable. Este parque temático folclórico-religioso que es Andalucía no descansa nunca. Jamás cierra por vacaciones. No se toma un respiro ni cuando acaba el Rocío. Primero fue Javier Arenas, que citó a la prensa en la iglesia de la Macarena a la que acudió -se supone- para dar gracias por su vuelta al Gobierno.

Luego -imagino que por razones justamente contrarias- Celia Villalobos se fue a visitar a las clarisas de Vélez-Málaga, aunque, eso sí, quizá para reforzar su impostura laica, no avisó a los periodistas.

A continuación, la Oficina del Portavoz del Gobierno andaluz convocó a los medios de comunicación para que comprobaran cómo Manuel Chaves daba el primer golpe de gubia a la que será la imagen del Cristo de las Aguas y, aprovechando el viaje, pedía al monseñor que le acompañaba -que respondía al bonito nombre de Giovanni Lanzafane- que bendijera la talla de un crucificado que le acababan de regalar.

¿Fe o mercadotecnia? Nunca saldremos de dudas. Extraer conclusiones políticas del asunto es una pérdida de tiempo. O, mejor -y nunca mejor dicho-, una cuestión de fe. Más vale ver estas cosas con saludable escepticismo. ¿Contradicen estas prácticas el pregonado laicismo de Zapatero? Pues depende. Depende de lo a pecho que nos tomemos a Zapatero. Visto desde Andalucía, su laicismo es tan convincente como sus promesas sobre la televisión pública o sobre el urbanismo. ¿Conoce Zapatero el furor especulativo-futbolístico de Monteseirín? ¿Ha sintonizado alguna vez Canal Sur?

En Andalucía, donde las 'tradiciones' se consolidan, paradójicamente, de un año para otro, lo del primer golpe de gubia creará, sin duda, escuela. ¿Cuántos alcaldes, presidentes de diputación o delegados de la Junta se apuntarán en los próximos meses a esta 'nueva tradición'? ¿No convendría preguntarse antes si necesitamos más 'tradiciones'? Personalmente, creo que es de las pocas cosas que nos sobran. En cambio, estamos bastante faltos de iniciativas cívicas.

Cabía la esperanza que lo de la segunda modernización fuera una especie de hito, como esos que señalan en las calles los efectos de las grandes inundaciones. Algo así como: 'Hasta aquí llegó la caspa'. Pero el nombramiento de Zarrías como Gran Modernizador daba pistas inquietantes: no dejaba de ser curioso que se encargara esta tarea al responsable político de la principal productora de caspa andaluza: la televisión autonómica.

Pero lo peor está aún por llegar. ¿Se imaginan si aquí un día gana el PP y saca a flote, sin complejos, ese conservadurismo religioso que rezuma por los márgenes de su Ley de Calidad de la Enseñanza? ¿Qué tendría que hacer el PP para mejorar la apuesta del PSOE? ¿Le bastaría con proponer desgravaciones fiscales por la asistencia a misa? ¿Se atrevería a expender cilicios con cargo a los presupuestos que el SAS dedica a ortopedia?

Por si acaso, voy a buscar en la web de Telefónica el número de Lanzafane. Quiero tenerlo a mano por si llega ese día: prefiero que me coja confesado.

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