Ecologistas, vecinos y oposición califican de 'cloaca' el Tajo a su paso por Aranjuez
Los merenderos pierden el 35% de la clientela, y la industria busca otros abastecimientos
El Tajo es un río casi sin vida. Así lo proclaman numerosos colectivos vecinales y políticos de Aranjuez. La falta de caudal, la contaminación y los trasvases a la cuenca del Segura han convertido uno de los principales ríos de España en una 'cloaca'. El año pasado, el Gobierno central trasvasó por primera vez en la historia el máximo de agua permitida por ley, 600 hectómetros cúbicos. Por ello, por Aranjuez pasó tres veces menos caudal que otros años. La incidencia económica y medioambiental ha sido muy grave, tal y como atestiguan diversos informes privados y oficiales. Colectivos ecologistas, vecinales y de pescadores, además de PSOE e IU, creen que la situación es 'alarmante'.
Algunos colectivos han denunciado en multitud de ocasiones que en el Tajo, a su paso por Aranjuez, no se cumple el caudal mínimo ecológico que marca la ley: seis metros cúbicos de agua por segundo. Pero la delegada municipal de Medio Ambiente, Sonia Casado, lo niega: 'Se cumple escrupulosamente el caudal mínimo. El origen del desacuerdo está en la vieja estación de aforos del Embocador, que mide los caudales', dice.
Por ello, los colectivos discrepantes llevan 10 años pidiendo una nueva estación medidora, ya que creen que la existente es muy inexacta. 'La actual estación medidora está obsoleta. En el lecho del río existe una gran capa de lodo que hace inexactas sus mediciones', aseguran los ecologistas. El portavoz socialista, Jesús Dionisio Ballesteros, achaca este supuesto desinterés de la Confederación Hidrográfica a que 'el Gobierno no quiere que se sepa de verdad cuál es el caudal'.
En los 24 años de trasvase, el deterioro del Tajo ha sido muy grave, al igual que sus repercusiones medioambientales y económicas. De hecho, en el último informe elaborado por el Ayuntamiento en 1997 se pedía ayuda urgente a la Confederación del Tajo. Este documento señala que en el río hay vertidos de todo tipo que es urgente retirar, y que la capacidad autodepuradora de las aguas ha disminuido por la falta de caudal.
Sobre su repercusión en el entorno, el informe indica que de las 6.000 hectáreas potenciales de bosque de ribera sólo existen de verdad 295; lo que significa 341 hectáreas menos que en los años cincuenta.
La falta de caudal está afectando, además, a las huertas de la ribera, ya que han descendido espectacularmente las aguas subterráneas. Se hace necesario reforestar los márgenes del río con especies autóctonas, muchas de ellas desaparecidas a pesar de su singularidad.
Parásitos
En otro informe publicado con anterioridad por la Comunidad de Madrid en colaboración con el Ayuntamiento, los datos son igualmente desoladores. Dicho informe habla de fauna empobrecida y aparición de parásitos en especies piscícolas, y considera que el llamado caudal ecológico es 'insuficiente para asegurar la vida en las comunidades acuáticas'.
De esto dan buena fe los pescadores. La primera especie en desaparecer de estas aguas fue la anguila, hace doce años. Hace dos, dieron la voz de alarma ante el grave riesgo de que también desapareciera el barbo, el pez más emblemático. El lucio no corre mejor suerte. Si hace unas décadas se podían pescar 400 kilogramos en un fin de semana, actualmente es difícil conseguir un par de ejemplares. A esto habría que unir la aparición de enfermedades parasitarias y especies foráneas más agresivas y resistentes que están terminando con las autóctonas.
Al impacto ambiental hay que añadir el económico. Según otro informe, la repercusión sobre la industria local ha sido grave. Muchas empresas se han desplazado o no se han instalado. Otras han sufrido las consecuencias del bajo caudal, sobre todo en los años de mayor sequía. Lever España tuvo que bajar sus tuberías de captación de agua hasta el mismo lecho del río. En 1994, la multinacional AGFA se vio obligada a abandonar la captación de agua del Tajo por su mala calidad y reemplazarla por agua del Canal de Isabel II, con el consiguiente perjuicio económico. La farmaceútica Fyse tuvo problemas en sus circuitos de distribución y refrigeración.
Este informe habla también de la recesión de la agricultura y de la pérdida de huertas. El impacto sobre el turismo es igualmente significativo: los merenderos próximos al río habían perdido en dos años un 35% de sus ganancias.
24 años de polémica
El origen de todos los problemas que aquejan al río Tajo surge, según los grupos ecologistas, en 1978 con la puesta en funcionamiento del trasvase Tajo-Segura, una obra que pretendía paliar la falta de agua en el sureste español. Hasta entonces, el Tajo había sido el motor económico y el sostén de la riqueza natural de Aranjuez. Los primeros trasvases fueron pequeños (33 y 36 hectómetros cúbicos en los dos primeros años), por lo que su impacto tardó en notarse. A mediados de los ochenta, ecologistas y pescadores son los primeros en dar la alarma. El año 1995 marca un punto de inflexión. La fuerte sequía obliga al Gobierno a reducir a la mitad el caudal, tres metros cúbicos por segundo. Estalla la alarma social y se producen manifestaciones, sentadas y cortes de carretera. El Gobierno, entonces socialista, pide comprensión y asegura que se restablecerá el caudal. En aquel año electoral, el PP protagoniza parte de la protesta. Nada más tomar posesión de su cargo como presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón visita Aranjuez, donde afirma que velará por la defensa del Tajo y se compromete a colaborar estrechamente con las asociaciones de defensa del río. Es la única vez que se ha reunido con ellos. De allí saldría el compromiso de elaborar un estudio del impacto por el bajo caudal, informe que se publicó dos años después, en 1997. En 1998, la Confederación Hidrográfica del Tajo, consciente de estos problemas, anuncia una inversión para recuperar el río a su paso por Aranjuez. A excepción de algunas obras menores, como la adecuación de la ría (18 millones de pesetas), el proyecto no se lleva a cabo. Pocos meses antes de las elecciones de 1999, la Confederación vuelve a anunciar otro proyecto con una inversión de seis millones. Tampoco se realizará. En esta última legislatura, eso sí, ha dado tiempo a que los ecologistas denunciaran a la Confederación ante la Unión Europea. La última esperanza parecía centrarse en el proyecto sobre el Tajo incluido en el Plan Hidrológico Nacional. El plazo para su presentación terminó el 6 de julio y aún no ha habido noticias. La delegada de Medio Ambiente de Aranjuez, Sonia Casado, replica que estos proyectos suelen retrasarse, pero que pronto se harán públicos. De lo que ya no está tan convencida -a pesar de que el alcalde decía hace una semana que el río está radicalmente sucio- es de que Aranjuez se beneficie.
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