Rumbo
'A Sevilla no la mueve ni un torrente de expos'. Así describe a su ciudad una persona tan sevillana como Guillermo Vázquez Consuegra. ¿Estamos de nuevo ante el tópico de la imagen de complacencia de esta ciudad? Llama la atención que sean gentes tan creativas y tan ligadas, por otra parte, a su espacio natal las que analizan con más rigor y exactitud el carácter y la personalidad de Sevilla. Diez años después de la Expo, los habitantes de esta ciudad, cada vez menos sevillanos y más de los municipios metropolitanos, se enfrentan a nuevos proyectos que, al parecer, harán de esta urbe el no va más: transporte metropolitano, avión europeo, una fábrica de Renault desarrollada, un puerto fluvial ampliado y no sabemos cuántas cosas más.
Al final de todo, y a pesar de que en los documentos oficiales de los nuevos arbitristas de este siglo se nos habla de la nueva economía y del producto virtual, lo que sigue dando sentido a Sevilla es la industria aeronáutica y la automovilística. Como en los años sesenta y setenta del pasado siglo, cuando floreció aquella red de empresas (CASA, ISA, FASA) que dieron sentido a una ciudad innovadora donde coincidían en los mismos foros y a favor de las mismas causas gentes como Ramón Carande y Eduardo Saborido, Alfonso de Cossío y Jaime Montes, Felipe González y Jaime García Añoveros. Hay que rescatar aquella Sevilla que hizo coincidir al metalúrgico y al abogado, al catedrático y al sindicalista.
No se trata de nostalgia ni de melancolía. Se trata de rescatar la memoria colectiva necesaria para poner en pie proyectos que den sentido a la comunidad. No hay una única Sevilla, identificada con las señas tópicas de la autocontemplación y el embelesamiento y que curiosamente festejará con osadía este próximo otoño el centenario de Luis Cernuda.
Otra parte de esta ciudad de contrastes se sumerge desde hace siglos en esa corriente abierta a la novedad y al descubrimiento, a la tolerancia y el compromiso. Ojalá que de nuevo los discípulos de aquellos liberales y demócratas converjan con los nuevos metalúrgicos del ordenador y de la aeronáutica a fin de enderezar el rumbo de la ciudad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.