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Columna
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Conspiración

Lo sacaron cuando todavía resonaba el triunfo, cuando la nueva savia socialista daba sus primeros frutos, justo después de que Zapatero acusara al PP de imponer 'su religión, su moral y sus convicciones'. El lunes el secretario general del PSOE prometía hacer de España un país más laico, y al día siguiente el Abc publicaba la noticia en su edición regional: 'El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, dio ayer el primer golpe de gubia al futuro paso del Cristo de la Hermandad de las Aguas, cofradía a la que está muy ligado y de la que es hermano honorario'. Lo primero que hice fue ir al diccionario; yo no sabía que una gubia es un formón ni que dar el primer gubiazo es como poner la primera piedra, sólo que en orfebrería religiosa. Y seguí leyendo, porque el diario monárquico no se limitaba a cubrir la noticia con brevedad, sino que describía morbosamente los detalles: '... posteriormente se celebró el pequeño acto que contó con la colaboración de monseñor Giovanni Lanzafane, que bendijo, a petición de Chaves, la talla de un crucificado...'.

¿Es necesario -nos preguntamos- hacer tanto daño a un solo hombre? Es como si nosotros nos hubiésemos burlado del Papa cuando iba por el mundo besando aeropuertos y haciendo el indio. ¿Esto es lo que entiende el Abc por periodismo de altura? ¿No hubiera sido mejor seguir el ejemplo de la prensa más seria e ignorar un acto tan infame? No se puede jugar de esta manera con el crédito de la izquierda; tan importante como la fortaleza del Gobierno es tener un partido de oposición cuyo presidente no haga el ridículo. Noticias como esta no ayudan precisamente a la regeneración de los maltrechos socialistas. ¿Qué insinúa el Abc? ¿Que la Segunda Modernización no puede producirse si no comienza antes la Primera? ¿Que los socialistas de Chaves son como los lagartos de aquella serie de televisión llamada V, que parecen seres de izquierdas hasta que alguien les arranca la piel de látex y descubre la folclórica que llevan dentro? ¡No, no y mil veces no! Sólo faltaría que en un país laico como el nuestro, donde los miembros de la Casa Real se casan por el rito católico y donde los ministros juran sus cargos públicos ante el logo de una conocida secta, un insignificante presidente regional no pudiera inaugurar un simple Cristo de las Enagüillas. ¿Y si Chaves estuviera sintiendo, como Carlos V, la misteriosa llamada de la piedad en los últimos años de su reinado?

La cutrez no puede seguir siendo patrimonio de la derecha. Es cierto que este gobierno ha conseguido en sólo seis años que la Iglesia Católica filtre su influencia en el Estado como se filtran las aguas negras en los pozos de agua potable. Pero si hemos sido capaces de romper el monopolio que mantenía sobre la patria, la bandera y la Semana Santa, ¿no vamos a ser capaces de robarle también la caspa? Desde la izquierda exigimos nuestro derecho a ser meapilas y a pasarnos por el forro la esencia de nuestras ideas. Y otra cosa: estamos orgullosos de tener un presidente que ha sabido fundir en su persona la simpatía natural de Rosa y la solemnidad del Papa.

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