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Reportaje:

La nueva vida de 'Trasto'

El perro que sobrevivió tras serrarle las patas delanteras tiene nuevos amos adoptivos

Tarragona

Coco ya no se llama Coco. Desde que, hace cuatro meses, fue adoptado en la Sociedad Protectora de Animales de Tarragona, se llama Trasto. Ahora vive con una pareja joven, con otro perro también adoptado y con unos cuantos gatos. Trasto-Coco sobrevivió a la terrible mutilación de sus patas delanteras el pasado 2 de noviembre, junto a otros 14 de sus compañeros, algunos de los cuales murieron.

Vecinos del barrio tarraconense de Bonavista explican que el perro perteneció a una pareja de toxicómanos que les aseguraron que Coco se les perdió una noche y que cuando volvió a casa se lo encontraron ya sin patas. Los vecinos recuerdan que los veían salir con el perro montado en un carricoche de niño y que la mujer se ocupó de curarle las patas, que cicatrizaron bien. Luego la pareja se deshizo, la mujer cambió de domicilio y se perdió el rastro del perro, hasta que el pasado febrero apareció sin dueño en el barrio colindante de Torreforta, donde unos vecinos lo encontraron.

Hasta ahora la policía no ha formalizado detención alguna por aquella agresión, de la que se responsabilizó un joven de la ciudad, F. F. M, de 26 años, que confesó su autoría tras ingresar en el hospital psiquiátrico Pere Mata de Reus.

Coco reapareció a comienzos de febrero como un ejemplo de supervivencia y 20 días después encontró nuevos dueños. Para proteger al perro de curiosidades morbosas y, sobre todo, de cualquier otro acto de barbarie, sus cuidadores prefieren mantener el anonimato y sólo han accedido a hablar por teléfono con EL PAÍS. Según explica Anna, su nueva ama, Trasto se ha adaptado bien a su nuevo hogar. Al principio trataron de confeccionarle, con ayuda del veterinario, unas protecciones para las patas, con un material de espuma y esparadrapos. No sirvió de mucho porque se le caían. Se pusieron en contacto con una ortopedia de Barcelona que se había ofrecido a ayudarlo, 'pero la prótesis que propusieron, una especie de arnés alrededor del cuerpo y unas ruedas en las patas, era demasiado complicada, ya que tenemos jardín con grava y escaleras, y a Trasto le gusta salir al exterior'.

De momento sigue andando a saltos sobre sus cuartos traseros, sube y baja las escaleras sin problema alguno, se apoya alguna vez en sus muñones y se ha hecho el dueño de la casa. Tanto, que refunfuña si le hacen caricias al otro perro, de mayor peso que él y también adoptado. Tanto, que sigue a la pareja por todos los rincones de la casa. Tanto, que sus amos tardaron en encontrar un pienso que le gustara: 'Los primeros días tuvimos que hacerle pasta y arroz, porque ni siquiera quería comer carne de lata', explican. Los propietarios, una pareja que ronda la treintena, sin hijos, se decidieron a adoptarlo, 'porque lo vimos en los periódicos, conocemos a una persona en la protectora y pensamos, ¿por qué no? Dicho y hecho', dice su nueva ama sin darle mayor importancia.

Trasto representa la cara amable de esta inexplicable forma de crueldad contra perros aún no esclarecida. El ataque a los perros en la protectora dio la vuelta a Europa y generó la iniciativa de recoger más de 600.000 firmas para pedir un endurecimiento de las penas a los maltratadores de animales. Al mismo tiempo, propició que una entidad alemana decidiera adoptar por su cuenta 80 perros de Tarragona. Cincuenta ya salieron en un camión hace unos meses. Treinta más saldrán las próximas semanas. El Ayuntamiento de Tarragona ha aprobado una partida presupuestaria de 90 millones para la construcción de unas nuevas instalaciones.

Lucas, abandonado junto al recinto de la protectora, no ha tenido hasta el momento la misma fortuna de Coco. 'Me llamo Lucas, tengo ocho meses y me han dejado aquí no sé por qué', rezaba un cartel junto al árbol donde le dejaron atado. 'A veces los dejan así para no pagar el donativo de 60 euros que pedimos', explica la presidenta de la entidad, Anna Duch. Lucas forma parte de los 170 perros que permanecen en la protectora a la espera de amo. Uno más de los 58 que ingresaron tan sólo el mes pasado. 'Esta cifra significa que ya ha empezado el verano, que ya ha empezado el abandono', se lamenta Duch. El maltrato continúa.

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