Un sector de futuro
Durante el primer quinquenio de los noventa, la economía española vivió una profunda crisis que afectó intensamente al sector turístico. El desequilibrio de las cuentas públicas obligó a reducir la inversión pública en infraestructuras -clave para la competitividad del turismo- y provocó un aumento de los tipos de interés que estrangulaba la capacidad de inversión de las empresas y, por tanto, la mejora de la calidad necesaria para diferenciar nuestro producto turístico ante la creciente competencia internacional. En ausencia de medidas liberalizadoras y con el déficit público más alto de la UE, las empresas afrontaban un aumento de costes que difícilmente podían trasladar totalmente a precios en un contexto de debilidad de la demanda.
Entonces no faltaron quienes auguraron el agotamiento del modelo turístico español. Lo cierto es que, frente a los peores pronósticos realizados en esos tiempos de crisis, durante los últimos seis años:
- Las llegadas de turistas internacionales a España han crecido de 35 en 1995 a 50 millones en el año 2001. En el mismo periodo, los ingresos prácticamente se han duplicado, pasando de 19.000 a 37.000 millones de euros.
- España se ha convertido en el segundo país más visitado del mundo.
- Se ha avanzado significativamente en la desestacionalización: en 2000 y 2001 se ha superado la cifra de cuatro millones de turistas durante siete meses consecutivos.
- Se ha avanzado en la desconcentración geográfica: entre 1997 y 2001, el turismo extranjero ha crecido en todas las comunidades autónomas -excepto el País Vasco-, pero las más dinámicas han sido las de la España interior y la Cornisa Cantábrica.
- Las empresas turísticas españolas han hecho un importante esfuerzo por mejorar la calidad: si en 1995 el 20% de las camas hoteleras estaban en establecimientos de cuatro y cinco estrellas, hoy la proporción de camas en los establecimientos de mayor categoría se acerca al 30%; actualmente, el Ministerio de Economía trabaja con más de 3.000 empresas (hoteles, agencias de viajes, casas rurales, estaciones de esquí, balnearios y restaurantes) en la implantación del Sistema de Calidad Turística Española.
- Nos hemos dotado de un sólido entramado institucional que hace posible un diálogo permanente y la cooperación entre las administraciones públicas y entre éstas y el sector. Fruto de esa cooperación, se alcanzó a finales de 1999 el gran consenso del sector turístico español: el Plan Integral de Calidad Turística Española (PICTE), en virtud del cual se invertirán en el periodo 2000-2006 más de 70.000 millones de euros en infraestructuras de comunicación y ambientales estrechamente ligadas con la actividad turística, calidad, promoción, etcétra.
El sector turístico ha hecho un gran esfuerzo en un periodo en el que la coyuntura turística internacional ha ayudado. Prueba de ello es que también cuando la coyuntura no es tan favorable, el turismo español sigue comportándose mejor que sus competidores: en 2001 el turismo extranjero creció un 3,4% en España, mientras la OMT contabilizaba las peores cifras del turismo internacional de las tres últimas décadas (-1,3%); en los seis primeros meses de 2002, España ha mantenido la cifra de llegadas internacionales, en comparación con el mismo periodo del año anterior (21,7 millones de turistas).
Ello significa que a España no le afecte un contexto turístico internacional extraordinariamente difícil, sobre el que sigue pesando la negativa situación económica de muchos de los principales mercados emisores y la incertidumbre derivada del 11-S. El mantenimiento de las cifras de llegadas internacionales en el primer semestre de 2002 no puede ocultar que descienda la ocupación en algunos establecimientos hoteleros, aunque se compensa con el crecimiento de turistas que utilizan otro tipo de alojamientos; la moderación de los ingresos, y la situación de Baleares, donde el número de turistas se ha reducido en 385.000, a diferencia del incremento en otros destinos.La coyuntura actual exige gestión y el sector está dando respuesta a esta exigencia. Las administraciones públicas hemos aumentado -en general- nuestros presupuestos de promoción en 2002, y las empresas han adaptado sus políticas comerciales a la realidad turística internacional, muy distinta a la de años anteriores.
Más allá de la coyuntura, debemos seguir avanzando rápidamente en los objetivos compartidos por todo el sector: la consolidación del liderazgo de España a través de la diferenciación y de la calidad; asentar un modelo de desarrollo sostenible; enriquecer nuestro producto (turismo de naturaleza, cultural y de ciudad, nuestros grandes desafíos en los próximos años), y adaptarnos a la transformación del mundo turístico que están trayendo consigo las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
En cualquier caso, debemos trabajar para alcanzar un volumen de turistas en esta campaña de verano equiparable al del año pasado -23,5 millones-, que supondrá una muy buena noticia para la economía española.
Juan Costa Climent es secretario de Estado de Comercio y Turismo.
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