La hipótesis de la liberalización

Por razones que tienen poco que ver con la realidad, los analistas políticos y económicos de cualquier naturaleza, desde periodistas a expertos de consultoría, han llegado a la conclusión de que en el año 2003 los mercados de electricidad y gas quedarán totalmente liberalizados. Tal hipótesis no está refrendada por los hechos. Mal puede hablarse de liberalización eléctrica o del gas cuando persisten las tarifas fijadas por el Gobierno, y al parecer con gran satisfacción de las empresas de ambos sectores. ¿Y no persiste la hegemonía de Gas Natural a pesar de los intentos de liberalización de la distribución de gas, cuyo mayor mérito, y no precisamente liberalizador, ha sido imbricar a las compañías eléctricas, que funcionan en régimen de oligopolio, en el mercado que se pretende liberar?

Si se descuenta el crédulo punto de partida -difícil de olvidar, porque constituye el meollo del texto-, el informe de PricewaterhouseCoopers y el club de la Energía ofrecen confirmaciones y evidencias de cierto interés, limitado por las transparentes limitaciones de las encuestas en las que está basado. Las respuestas a algunas cuestiones, por ejemplo al grado de satisfacción por el servicio eléctrico, hacen sospechar que o bien la encuesta no se ha extendido al ámbito rural o bien se realizó antes de la cadena de apagones que castigaron a los usuarios españoles el año pasado. Como en esta ocasión la interrupción del suministro eléctrico afectó a las ciudades, el impacto popular fue mayor; pero los pueblos, las ciudades pequeñas y el mundo rural sufren apagones con monótona persistencia. Sorprende, pues, que en las encuestas realizadas por PwC aparezca un grado de satisfacción con el servicio muy elevado.

Las sensación que transmite la encuesta es que la supuesta liberalización producirá un cambio muy lento en el mercado. Se sugiere, y los editores lo enfatizan siempre que pueden, que los clientes no cambiarán de suministrador de forma masiva. Se supone que en los próximos tres años el cambio afectará a menos del 15% de los clientes y en cinco años a menos del 25%. Es posible. Incluso tales cifras parecen demasiado elevadas a tenor de lo que ha sucedido con los clientes preferentes hasta ahora. Pero tanta inercia no se explicará por la satisfacción de los clientes, sino por las resistencias y obstáculos de las compañías cuando el usuario expone su deseo de elegir a otro suministrador.

El texto traslada también la probabilidad de que se produzca una concentración empresarial en el suministro energético. El principio del éxito será, sostiene el informe, el binomio gas-electricidad; el futuro será de las empresas que vendan de forma organizada ese paquete conjunto. Pues bien, el pronóstico del informe es que sobrevivirán entre 9 y 12 empresas dedicadas a comercializar ese kit energético. El pronóstico es generoso, aunque probable. Advierten, además, de que los retailers se aliarán seguramente con las grandes compañías para actuar como canales de comercialización. El panorama es plausible y, aunque no refleja precisamente entusiasmo por la competencia en el servico al cliente, al menos amplía un poco el estrecho horizonte actual.