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París pide a Córcega que espere a la descentralización de Francia

Raffarin recurre a la fórmula autonómica del 'café para todos'

'Córcega encontrará su lugar específico en la ley de descentralización que yo propongo', afirmó ayer el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, durante una visita por sorpresa a la isla, sometida en las últimas semanas a una violencia de baja intensidad. Su ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, incitó a los diputados corsos a convertirse en 'precursores' de la descentralización.

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El Gobierno de derechas recupera así el proceso de autonomía en el punto en que lo dejó el ex primer ministro socialista Lionel Jospin, pero insertándolo en un marco parecido al café para todos que marcó la construcción del Estado de las autonomías en España. Frente a las demandas de las nacionalidades históricas (Cataluña y País Vasco, principalmente), el Gobierno de Adolfo Suárez tomó la decisión de extender el proceso autonómico a todas las regiones españolas, aunque con diferentes 'velocidades' en el ritmo de adquisición de competencias.

La música de los discursos escuchados ayer a los dirigentes de Francia es parecida, aunque se desconoce la letra con la que finalmente escribirán la canción. Esta iniciativa pacificadora de París se produce en un contexto de mucha actividad entre los independentistas corsos. Ochocientas personas se reunieron hace tres semanas para discutir la constitución de una Asamblea Nacional Provisional de Córcega. A los pocos días se produjo la voladura de un cuartel policial en las cercanías de Bastia -las instalaciones fueron destruidas, aunque no hubo víctimas- y la colocación de una bomba en otro edificio oficial en Ajaccio, que pudo ser desactivada.

Sin dejarse impresionar por tales mensajes, Sarkozy emprendió el viernes una visita de tres días a la isla, se paseó con tranquilidad y puso su mejor sonrisa para la operación de seducir a los corsos, a los que conoce mejor que otros políticos franceses a causa de una relación familiar. Y en medio de ese viaje, el primer ministro decidió presentarse también en la isla, anticipando así una visita prevista para octubre en un gesto del que se duda si supone un respaldo total a Sarkozy o un modo de recordar que el primer ministro no puede permanecer ajeno a la solución del problema corso.

Experiencia piloto

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Nada de cuanto dijeron ayer permite precisar hasta dónde quieren llegar. Sarzoky mencionó 'poderes reglamentarios' y la capacidad de organizar referendos locales, y se refugió en la retórica de proponer a los corsos que protagonicen algo así como la experiencia piloto de la descentralización francesa.

Raffarin habló de encontrar una solución 'específica' para Córcega. La descentralización no está planteada ad calendas graecas. El Gobierno ha anunciado una ley para el otoño, que reconocerá la personalidad de las regiones en la Constitución francesa -donde ni siquiera se las menciona-; y éste es el marco que debería permitir la 'especificidad' de Córcega, a cuyos representantes se promete importantes ayudas económicas estatales para el desarrollo de la isla.

A los nacionalistas no les gusta que su problema se vea diluido en una descentralización general. Corsica Nazione, nacionalista representada en la Asamblea corsa, reclama el reconocimiento de la soberanía, un verdadero poder legislativo, la enseñanza obligatoria de la lengua corsa y la libertad de los 'presos políticos'. Pero el escollo más inmediato es si el Gobierno de París exigirá la condena del terrorismo, antes de iniciar conversaciones políticas.

Sarkozy elogió en su día las conversaciones que permitieron poner las bases de un arreglo político en Irlanda del Norte, al tiempo que se mostró crítico con la posición cerradamente antinacionalista de José María Aznar, el presidente del Gobierno español. Le Monde atribuye a Sarkozy estas palabras sobre Aznar, a principios de 2001: 'Sus declaraciones [las de Aznar] sobre la situación vasca, por comprensibles que sean, no pueden plantear las bases de un arreglo futuro'.

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