El PP busca un control total de los dictámenes de patrimonio del CVC

El primer pleno del Consell Valencià de Cultura (CVC) tras la renovación de 11 de sus miembros estuvo marcado ayer por el intento de un sector designado por el PP de ejercer un control absoluto sobre la comisión de Legado Histórico, en la que se preparan los informes sobre patrimonio, un foco de polémica por la oposición cívica a diversos proyectos institucionales. La tensa votación final arrojó una relación de seis representantes del ala derecha y cuatro de la izquierda.

Vicent Álvarez había reclamado equilibrar las fuerzas con una alternativa a la propuesta que incluía las incorporaciones de Ramón de Soto y Ricardo Bellveser (ambos por el PP), con lo que se establecía una relación de siete a tres en una comisión que ha tratado controvertidos proyectos como el Palacio de Congresos de Alicante o el traslado del claustro del Embajador Vich. Grisolía pidió renuncias, pero no hubo, por lo que se recurrió a una votación para cubrir las dos vacantes entre esos dos útimos candidatos y Jesús Huguet (por el PSPV), siendo excluido Bellveser. Con esta tensión, plasmada en dos recesos, se desayunaron los nuevos consejeros a propuesta del PP, Fernando Vizcaíno Casas y Juan Ferrando Badía, y Eduardo Primo Yúfera (de consenso) e Isabel Ríos (por el PSPV). Elena Negueroles no asistió. Primero se debía despejar la incógnita del nuevo equipo de gobierno del CVC, propuesto por Grisolía, quien volvió a designar a De Soto como vicepresidente y para sorpresa de la mayoría, incluido el propio afectado, cambió a José María Morera por Manuel Sanchis-Guaner (ambos por el PSPV) en la secretaría.

El pleno estuvo caracterizado también por las continuas interrupciones de Juan Ferrando Badía, quien reclamó en varias ocasiones un puesto en la comisión jurídica en virtud de su curriculum vitae, cuando desde el principio se le había nombrado miembro de la misma. Se le dijo que quizá no lo había oído, pero Badía insistió e incluso llegó a renunciar, si bien al poco rectificó. El científico Primo Yúfera, de 84 años, pidió que le relevaran de la presidencia de la comisión de las Artes, en beneficio de un consejero más preparado, si bien Grisolía, que no lo aceptó, le había designado presidente de la de Legado.