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Tribuna:REDEFINIR CATALUÑA
Tribuna
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Que les vaya bonito

Fin de trayecto. Esta intensa y extraña relación, hecha de distancias y presencias, de complicidades y divergencias, inicia hoy sus vacaciones. Curiosa simbiosis ésta, entre la palabra escrita y la palabra leída, fructífera sólo si se basa en otras simbiosis paralelas: una opinión para una lectura crítica. Hablaría de inteligencia si no fuera un exceso verbal, pero lo cierto es que sólo el pensamiento crítico da sentido a ambos lados de la frontera, tanto en su emisión como en su recepción. Hablaría también de libertad si no fuera el concepto más contaminado del planeta, y sin embargo..., algo parecido al pensamiento libre es lo que he esbozado en estos sábados de espejo público, y liberada de los corses partidistas de antaño, de los prejuicios innatos al dogmatismo profesional, quizá hasta liberada de mí misma. Construir pensamiento público, ¡tamaño lujo! En este sentido, este espacio -gracias, Xavier- ha sido todo un privilegio. Intentar reconstruir, además, un pensmiento sobre lo catalán, lo colectivo, tan hecho añicos en años de pornográfico uso, tan perdido en la nada de su exceso esencial, además de un lujo ha sido una responsabilidad. Tengo para mí, sin embargo, que estamos construyendo ideas en el desierto, tan encantada como está Cataluña de haberse conocido en ese momento de redonda mediocridad ¿No les parece?, ¿no les parece que hemos llegado al estadio natural de la provincia, con nuestro gobernador mayor, nuestra diputación grande, nuestra banderita que sacamos a pasear y nuestras reivindicaciones de bolsillo que nos rebotan en las narices cual morcillas? Este país esta apagado, como si después de la sobrecarga eléctrica del pujolismo se hubieran fundido todos los plomos. A oscuras. A oscuras de ideas renovadoras, de proyectos revulsivos, de dinámica social, viviendo al ralentí de un mito civil que quizá nunca fue cierto. Puede que Maragall cambie el tendido eléctrico, pero ¿tiene vocación real de lampista?, que aquí lo que hacen falta no son candidatos al cargo, sino reconstructores de sueños.

Construimos ideas en el desierto, con esta Cataluña encantada de conocerse en su redonda mediocridad

Me voy de vacaciones. Espero que no cosideren esta información una impertinenencia, especialmente si alguno de ustedes no está para maravillas. Casi les diré que es como un grito de guerra. Recuperar la cadencia del tiempo, ese tesoro proustiano tan voraz de sí mismo, recuperarlo e invertir energías en saborear emociones básicas, tostar la piel del alma al sol de la vida suspendida..., amar como sólo se ama en verano. Nuestro amante y amigo, ese otro yo nuestro que da sentido al plural del camino. Y como así me permiten los hijos, esa locura de miedo y amor que nos cuelga de la vida para siempre, padres con horas extras, sin jubilación ni descansos estivales. Miro a Ada, que corretea a mi alrededor, casi pura de tan pura, sus dos años de belleza oriental, su primer verano con nosotros. Su primer verano... Recuerdo julio del año pasado: su cuerpo frágil, sus mil enfermedades rozándole el límite, su orfanato triste de esa ciudad triste de esa Siberia sin nada. Sus ojos sin luz. La niña más sola del mundo. Y ahora que es una explosión de vida, que sonríe mirando, sonríe riendo, sonríe durmiendo, ahora que brilla tan intensamente, pienso en las otras Adas del mundo. Las tristes y frágiles Adas que viven en sus mundos sin hadas... Las niñas que fueron mi niña y ya no es.

Mi hija feliz. Mis hijos felices. La felicidad, un lenguaje de la vida cuando la vida reina por encima del desconcierto ¿Es la felicidad una contingencia? Creo que no, creo que es una gramática, quizá hasta una cultura. Aunque a veces no resulte fácil conjugar su verbo... Sean ustedes todo lo felices que puedan, única teología que merece veneración compulsiva. ¿Por qué será que todos los dioses nos quieren desgraciados? ¿Por qué será que abominan del placer, guardianes implacables del dolor, la culpa y el remordimiento? El placer sí que es un tanto grito de guerra, grito de la modernidad contra el oscurantismo, del racionalismo contra la teocracia, de la humanidad contra los dioses. Grito de seres libres. Ámense ustedes, mucho más que a sus dioses, que sólo amando lo tangible se construye algo verdadero. La carne, magnífico depósito de terminales nerviosas, de descargas emotivas, de contactos intensos, de pieles que saben hablarse. La carne, mucho más grandiosa que ese mito falso del espíritu.

Felices vacaciones. Les deseo una intensa vida en esa vida reencontrada que es el tiempo de verano. Intensidad de nada, cuando la nada está llena de uno mismo. Paisajes, sentimientos, lecturas, hagan ustedes lo que les dé la gana, que no siempre es fácil. Me despido desde la extraña complicidad de este nosotros construido a través del papel escrito, ventana abierta de par en par. Ada me reclama. Y en verano, para su suerte y la mía, la palabra de Ada es ley. Las Adas del mundo, lucecitas iluminadas.

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Pilar Rahola es periodista

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