Un supuesto implicado en la muerte de un joven en Madrid se mata de un tiro
Nuevo giro en el homicidio de la zona de copas Costa Polvoranca de Alcorcón (Madrid), en el que murió de dos puñaladas el angoleño Dobele Augusto Domingos, de 16 años, el pasado sábado. Uno de los tres supuestos agresores del adolescente, Pablo G. S., de 28 años, se suicidió 32 horas después en casa de un amigo, al estar convencido de que él había sido el causante de la muerte de Dobele, según fuentes de la investigación.
Dobele acudió la madrugada del sábado junto con sus amigos a la zona de copas Costa Polvoranca. Cuando estaban dentro del pub In, uno de sus conocidos vio a una antigua novia suya e intentó entablar una conversación con ella. Cuando ésta se negó, se inició entre ambos una pequeña discusión, que prefirieron continuar fuera del local. Eran las cinco de la madrugada. De las palabras pasaron a las manos. Comenzó entonces una discusión en la que participaron más de 30 personas. En un momento dado, la joven le dijo a uno de sus amigos que avisara a los porteros del pub. Dobele murió apuñalado de dos navajazos en el abdomen y en el hemitórax izquierdo.
Dentro del grupo de la joven se encontraba Pablo G. S., un preso de la cárcel de Aranjuez que salió de permiso el viernes y que el domingo por la tarde tenía que regresar a la prisión, donde cumplía condena por lesiones y robo con fuerza. Los testigos de ambos bandos hablaron en todo momento de que había tres hombres que durante la reyerta habían dado más golpes y habían sido más violentos que el resto. Entre ellos estaba Pablo que, según fuentes policiales, mantenía relaciones sentimentales con la chica por la que se originó la riña tumultuaria.
Durante el permiso penitenciario, Pablo G. S. residía en Fuenlabrada en la casa de su amigo, Facundo José Alba Ruiz, de 28 años. Éste salió a mediodía del domingo pasado a llevar a su novia, María de los Ángeles Río Quirós, a la tienda de muebles donde ésta trabaja y que abre los fines de semana. Al regresar a su domilio, Facundo descubrió el cadáver de Pablo G. S. entre dos sofás. Se había pegado un tiro en la frente con una pistola del calibre 7,65 milímetros.
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