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Reportaje:

Mundos bajo los pies

A escasos metros, dos excavaciones sacan a la luz sendos cementerios romano e islámico en el centro de Valencia

Ferran Bono

Las excavaciones en el centro de Valencia se suceden casi al mismo ritmo que imponen los proyectos de edificación. Y como ahora hay movimiento en este sector, según apunta una arqueóloga, en los últimos meses están saliendo a la luz hallazgos importantes para profundizar en el conocimiento de la historia de Ciutat Vella a través de la lectura de los esqueletos y de las construcciones que se concentran estratificadas en su subsuelo. No hace falta excavar mucho. Los dos metros preceptivos para cimentar los edificios de nueva planta son suficientes para establecer contacto con el pasado de los valencianos.

Algunos de los hallazgos se preveían, a tenor de la documentación y de las actuaciones previas en los alrededores; otros han significado un verdadero descubrimiento por cuanto se desconocía su existencia. Todos ellos aportan nueva información sobre las antiguas civilizaciones que se asentaron en la ciudad fundada por los romanos en el siglo II antes de Cristo, de acuerdo con el controvertido resumen del texto perdido Historia, de Tito Livio. Algunas fuentes anticipan el establecimiento de la colonia romana unos años antes.

Romano es el hallazgo más sorprendente, por inesperado, que se ha producido recientemente. Entre las plazas de San Nicolás y Marqués de Busianos, las excavaciones en el solar que el Ayuntamiento proyecta convertir en un aparcamiento en alto, con dos sótanos y tres alturas, dieron con un cementerio romano. Siguiendo las líneas marcadas por las construcciones se llegó a un muro de mayor tamaño que se adentraba fuera de los límites del solar. Dada la relevancia del descubrimiento, se levantó también una parte del suelo de la plaza peatonal de San Nicolás.

De esta manera, salió a la luz el muro opuesto de lo que fue un templo funerario datado entre los siglos I y II de la era cristiana, según explica la arqueóloga Marisa Serrano, quien subraya el interés arqueológico de la construcción que tenía un mínimo de 13 metros de largo y seis de ancho. No existía ninguna inscripción ni documentación sobre esta necrópolis. Apareció bajo los cimientos de un templo islámico. Es más, se consideraba que tras el descubrimiento de un cementerio romano en la cercana calle de Quart, esa parte de la ciudad no albergaría otra instalación de este tipo. Un auténtico descubrimiento que induce a pensar en la posibilidad de la existencia de otros yacimientos de esta magnitud en Valencia.

No muy lejos, en otra excavación, esta vez desarrollada por la Oficina Riva, han surgido decenas de esqueletos. Tienen los pies orientados hacia el norte y su posición es la de cúbito lateral, mirando hacia el este. Se trata de una necrópolis islámica, según han determinado los arqueólogos sin ningún género de dudas. De hecho, cuando empezaron las obras de excavación, requisito imprescindible para iniciar cualquier edificación en Ciutat Vella, ya se esperaba encontrar un cementerio de estas características. Estaba documentado, aunque se desconocía la dimensión del mismo.

Las actuaciones realizadas previamente en los solares de alrededor, entre las calles de Santo Tomás y Palma, y en la misma plaza del Árbol, habían sacado a la luz los vestigios humanos de estos pobladores de la ciudad. Allí, entre la puerta de la muralla islámica al-Qantara y al-Hanax no vivía nadie por entonces. El cementerio, llamado Bab al-Hanax, se dejó de utilizar con la entrada de los cristianos en la ciudad en el siglo XIII. Pero en su momento tuvo una importancia considerable a juzgar por la variedad y la densidad de los esqueletos hallados, lo que permite profundizar en el estudio de la población islámica.

Los esqueletos siguen apareciendo conforme se avanza en la excavación del subsuelo. Están dispuestos en fosas y sin ajuar, explica la arqueóloga a pie de obra María Dolores. A su lado, sobre una mesa se despliegan grandes planos en los que un dibujante deja constancia de los hallazgos y su ubicación exacta.

Es el proceso habitual: se dibujan, fotografían y documentan antes de iniciar el desmontaje de las piezas encontradas o de la conservación de las mismas en función de su importancia.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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