Pfizer, la mayor botica del mundo
El nuevo grupo, tras la adquisición de Pharmacia, reúne una facturación de 48.000 millones de dólares
En la adquisición de Pharmacia por Pfizer, el número uno fue el tercer protagonista. Pfizer, ya la compañía farmacéutica número uno del mundo, se convertía en la supernúmero uno; el reductor de colesterol Lipitor (Pfizer) es el fármaco más vendido del mundo; Celebrex (Pharmacia) encabeza la lista de los antiartríticos y Viagra (Pfizer) es el medicamento del que más se habla en el orbe.
'Nos hemos unido porque en nuestro caso uno más uno suman más de dos', decía un satisfecho Fred Hassan, presidente de Pharmacia. 'Vamos a crear una compañía que puede crecer más que las dos por separado', señalaba Henry McKinnell, artífice de la operación y nuevo emperador de la farmacia mundial, cuyo golpe abre el camino a nuevas fusiones.
La nueva Pfizer es un gigante con una facturación conjunta prevista para este año en torno a los 48.000 millones de dólares y una investigación que absorberá por encima de los 7.000 millones de dólares.
El gran salto
La operación, pactada mediante un intercambio accionarial por el que los propietarios de Pharmacia recibirán 1,4 acciones de Pfizer por cada una de las suyas, fue valorada en 60.000 millones de dólares al cierre del viernes de la pasada semana, aunque la evolución divergente de las cotizaciones de ambas tras el anuncio del lunes (al alza la comprada, a la baja la compradora, empujada, además, por la noticia de unos resultados poco brillantes en el segundo trimestre) rebajó la cifra hasta los 51.000 millones. El precio definitivo se sabrá cuando a finales de año se haga realidad el acuerdo de compraventa anunciado ahora. En cualquier caso, los accionistas de Pharmacia pasarán a poseer el 23% de Pfizer.
Hace apenas una década, Pfizer ocupaba un discreto 14º lugar en el ránking de las farmacéuticas, en el que fue ascendiendo con productos y agresiva mercadotecnia hasta alcanzar la cumbre en el año 2000 con la adquisición de Warner-Lambert, a cambio de más de 150.000 millones. McKinnell llevó a cabo la conquista, por la que fue recompensado con su promoción a la cumbre de Pfizer en el siguiente enero. Warner-Lambert aportaba, entre otros productos, Lipitor, que reforzaba la sección de farmacopea cardiaca de Pfizer y se unía a otros nombres populares como el antidepresivo Zoloft o el antialérgico Zyrtec, por no hablar de la parte blanda de la familia como el colutorio Listerine o los caramelos mentolados Hall.
Pfizer ha estado 10 infructuosos años tratando de entrar en el campo de los tratamientos anticancerosos, en el que irrumpe con Camptosar, para el cáncer de colon, aportado por Pharmacia, como tampoco contaba con remedios oftalmológicos, otro de los puntos fuertes de la engullida. Es precisamente esa complementariedad de productos entre ambas, la buena relación preexistente gracias a la comercialización de Celebrex y su sucesor Bextra por Pfizer, junto a una evolución pareja en las cotizaciones lo que hizo que 'independientemente, los dos llegáramos a la conclusión de que ésta iba a ser una gran combinación', según McKinnell, que fue quien tomó la iniciativa.
La fusión se produce en un año complicado para todos -debido a los escándalos contables, lo que hizo que ambas firmas miraran con lupa los libros de la otra- y en particular para la industria farmacéutica, que en estos siete meses lleva perdido casi un tercio de su capitalización bursátil en Wall Street, asediada por problemas de fin del uso exclusivo de patentes, amenaza de recorte en los plazos del uso de ese privilegio, aparición de genéricos muy competitivos, presiones de los consumidores contra los altos precios y, sobre todo, sequía de nuevos productos de gran impacto. Viagra ya tiene cuatro años y desde entonces Pfizer no ha conseguido nada comparable.
Aun así, la alianza Pfizer-Pharmacia cuenta con la exclusiva de una docena de superventas (más de mil millones de dólares al año) con los que aguantar toda esta década mientras sus laboratorios dan con nuevos fármacos.
Los ejecutivos de Pfizer calculan que el nuevo gigante conseguirá en tres años ahorros del orden de los 7.000 millones de dólares, con los que reforzar la investigación y desarrollo a la que en el actual ejercicio, y conjuntamente, las dos firmas van a dedicar también 7.000 millones. La nueva unión tiene previsto sacar al mercado una veintena de fármacos en los próximos cinco años.
Tamaño no es garantía de éxito en un sector de características industriales particularmente complicadas y gravosas, al lidiar con la salud humana. Pero ayuda a conseguir economías y competir con más productos, de ahí que la adquisición de Pharmacia abra la vía a otras operaciones semejantes en un universo muy fragmentado: la nueva Pfizer sólo contará con el 11% del mercado mundial, al que asciende desde el 8% actual. Los dos firmas que ahora se unen son fruto de fusiones previas bien resueltas y los analistas esperan que otras compañías que también han tenido éxito en amalgamar distintas culturas salten a la palestra a corto y medio plazo.
Investigación de la SEC
La británica GlaxoSmithKline estaba casi a la par con Pfizer en facturación y ahora queda empequeñecida por el gigante americano, por lo que es una de la primeras que se espera ver reaccionar. De hecho, el mes pasado uno de sus responsables reconoció que la compañía, con 30.000 millones de facturación, había tanteado a Bristol-Myers Squibb y sus 19.000 millones. Bristol atraviesa momentos delicados, con pérdida de patentes y unas técnicas comerciales que el año pasado le permitieron incrementar ventas en detrimento de las de este año, además de ganarse una investigación de la Comisión de Mercado de Valores (SEC) de Estados Unidos. Sus fármacos contra el cáncer y las dolencias coronarias son un buen complemento para Glaxo, que ha perdido o está a punto de perder la exclusiva de algunos de su principales productos. La agresiva incentivación de compras por parte de Bristol tenía por objeto presentarse con buena cara ante potenciales pretendientes, pero con la carabina de la SEC se ha vuelto disuasoria. Salvo desplome de su cotización.
El baile de los gigantes
Merck, la 'número tres' del ranking mundial con 21.000 millones de dólares -también salpicada por la psicosis de contabilidades singulares, aunque sin mayores perjuicios- ha pasado una pésima etapa de pérdida de patentes, con el consiguiente efecto sobre las ventas, y su Vioxx pierde en la carrera con Celebrex-Bextra. No tiene nada fuerte en cartera y dice que piensa seguir en solitario, pero en la nueva atmósfera creada por Pfizer podría cambiar de opinión. En Europa, la suiza Novartis (fusión de Sandoz y Ciba-Geigy) participa con más del 20% en Roche. Quisiera absorberla, pero la rival no se deja. Tienen un tamaño parejo y Daniel Vasella, el presidente de Novartis, dice que está dispuesto a esperar lo que haga falta. Cuando Novartis nació en 1996 lo hizo como la 'número dos' del mundo. Ahora es la cuarta, con los mismos 19.000 millones de facturación que Bristol-Myers.
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