Un claro en la espesura
La poesía no cree en dioses ni abstracciones, sino en el refugio imprescindible del poema, de las cosas y del mundo, es capaz de 'salir del tiempo sin salir / de nosotros', y se atreve a descubrir la realidad, digamos que absoluta, de un amor vivido como el descubrimiento del yo en el otro, un yo que sale de sí gracias a una mirada que se deja poseer por la inteligencia o la belleza de ese otro. Un poema distante, pero capaz de integrar los múltiples paisajes de esa mirada ausente de sí misma: 'Lo que dices de mí me multiplica', y a la vez, 'Lo que dices de mí me deja solo'. Frente a versiones impuestas y maniqueas, crea un modo transformador que nos permite ver con sentido propio: 'Lo que dices de mí / es mentira que acierta a decir la verdad'.
LO QUE DICES DE MÍ
Jesús Aguado Pre-Textos. Valencia, 2002 68 páginas. 11 euros
Así Lo que dices de mí, donde Jesús Aguado se enfrenta a un reto consistente en establecer una dialéctica, a la vez que una síntesis, entre ser uno y sus opuestos, de tal modo que 'Lo que dices de mí me obliga a contestarte, / y lo que digo de ti te obliga a contestarme', a abrir un camino que nos anda, que es igual y distinto, a caminar sobre 'Un mapa que exploramos para que nos explore'. Buscar acaso un centro, un instante de intensidad para nombrarlo; un centro visible a trazos, un sitio donde respirar, porque 'el centro no es Dios (el centro no es el Centro) sino tú, yo, cualquiera de nosotros'; un centro que no es razón ni eje, sino un 'atlas' donde dirigir la mirada, y que si se quiere saber dónde se encuentra, sólo hay que abrirlo 'y poner un dedo sobre el punto de destino'.
Las palabras son el lugar, di
cen lo que somos, construyen nuestras casas; las elegimos y nos eligen, son 'el mapa de una historia que al vivirla nos vive'. Una historia dinámica y directa, imaginativa y desafiante, conciliación de contrarios, imprescindiblemente viva ocupando el vacío. Como en el poema que, impugnando así sus palabras, llena la segunda y última parte del libro, a salvo y más allá del decir y del nosotros, del ser y del estar, permanecer sin embargo ahí, 'desocultados y ocultados como la palabra en el canto', velando, 'esperando el poema', salvando el tiempo. Lo que queda de mí acentúa, en la obra de Jesús Aguado, algo difícil de alcanzar en poesía: la voz impasible de sensaciones e imágenes de una escritura perdurable y generosa, como 'una flecha que viaja por el interior de una diana'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.