_
_
_
_
Reportaje:

La imaginación como juguete

1.500 jóvenes se citan en Granada para participar en unas jornadas de juegos de rol

De pronto, cualquiera puede ser lo que desee ser: un astronauta, un guerrero espacial, un vampiro, un bebé de un año perdido en la habitación de los juguetes... Lo único que necesita es echar mano de su antigua imaginación infantil y un puñado de amigos que lo secunden en sus fantasías. Eso es un juego de rol y ésa es también su magia: la posibilidad de desarrollar personajes ficticios en una historia de argumento desconocido. Ésa es, también, la magia estos días de Granada, que se ha convertido en la capital del rol con la celebración, hasta mañana, de la séptima edición de las Convivencias Lúdicas Nacionales. Participa más de un millar de jóvenes de todo el país. El único requisito: imaginar.

'Los juegos de rol no tienen nada que ver con lo que han dicho los medios de comunicación de ellos', explica Saúl Blanco, de 24 años, responsable del encuentro de Granada. 'El rol es como cuando, de pequeños, jugábamos a indios y vaqueros, sólo que aquí lo hacemos sentados en una mesa y con unas normas muy estrictas. Es representar una obra de teatro que no tiene guión, porque el guión lo van desarrollando entre todos los jugadores'.

Una de las grandes naves de la Feria de Muestras de Armilla (Fermasa) acoge a cerca de 1.500 jóvenes de entre 18 y 30 años venidos de todo el país para participar durante cuatro días en toda una maratón de juegos de rol. Los hay de mesa y los hay también en vivo. A ellos se añaden los que quieren hacerlo sentados ante un ordenador. Además de participar en las jornadas, los asistentes acampan en las instalaciones de la feria o se pasean por la ciudad para conocer sus monumentos o tapear.

'El juego de rol consiste, básicamente', explica Blanco, 'en que un director de juego se sienta en una mesa y propone un argumento, un escenario, unos personajes. Los jugadores asumen las características de esos personajes y tratan de interpretar la historia que se les cuenta. Se convierten en actores. Nunca hay violencia, porque el contacto físico está prohibido. Los combates en el juego se dirimen consiguiendo puntuaciones tirando a los dados'.

Severiano Acosta y Diego Pérez, de Salamanca, que echan una partida en torno al Señor de los anillos resaltan las bondades de los juegos de rol en el desarrollo de la imaginación y las posibilidades de hacer nuevos amigos. Las partidas suelen durar en torno a unas cuatro horas, aunque hay historias que se desarrollan a lo largo de semanas e incluso de meses. Los argumentos que más atraen son aquellos relacionados con la Edad Media, los vampiros o los mundos futuristas.

'Los juegos de rol en vivo', explica por su lado Pablo Álvarez, 21 años, de Oviedo, 'son aquellos en que te disfrazas de tu personaje y actúas al aire libre, igual que cuando de pequeño jugabas a los vaqueros'. 'Es como un juego de niños: te dan el escenario y el resto es imaginación'.

Interpretando a bebés y policías

Durante cuatro días, la inmensa nave de Fermasa, a dos kilómetros de Granada, es lugar de encuentro y de cobijo para jóvenes de cualquier rincón de España que son apasionados de los juegos de rol y que distan mucho de ser los psicópatas chiflados de los que durante un tiempo hablaron los medios de comunicación al referirse a esta actividad lúdica. 'El caso de aquellos muchachos que mataron a una persona interpretando un supuesto juego de rol hizo mucho daño', dice Saúl Blanco. 'Además, se demostró que estaban locos, y que eso no tenía nada que ver con el rol. Se ha matado muchas más veces por culpa del ajedrez que del rol, pero eso nunca ha salido a la luz'. Las séptimas jornadas de Convivencias Lúdicas Nacionales de Granada están organizadas por asociación Iudex Fati, que ha invertido más de ocho meses de trabajo. Los participantes tienen alojamiento gratuito. La concentración sirve, además, para hacer nuevos amigos y conocer otras ciudades. 'Gracias al rol', dice Blanco, 'he encontrado a algunos de mis mejores amigos'. En una de las mesas juegan Iris Álvarez, de 18 años, Isabel Fernández, de 22, y Pablo Álvarez, de 21. La historia que interpretan no tiene nada que ver con vampiros salvajes ni guerreros galácticos. Se llama Moffer babies y ha sido inventada por una modesta editorial, Cucuguawa: los jugadores deben interpretar a bebés de dos a tres años que están en la habitación de los juguetes. 'Eso significa', explica Iris, 'que tenemos que pensar como niños de esa edad, es decir, sin alusiones al sexo o la violencia, y ni tan siquiera el uso de un doble lenguaje. Es realmente complicado porque te tienes que convertir en un bebé'. No muy lejos de ellos, ya en ordenadores, otros jóvenes (también un padre con su hijo), juegan a ser un comando de la policía en una operación antiterrorista. 'Historias y argumentos puede haber de todos los tipos', dice Saúl Blanco. 'El rol es como jugar a las cartas: existen las cartas, pero uno puede jugar al póker o al mus.Cada juego tiene sus propias reglas y sus diferentes posibilidades. Eso sí, nunca se admite la violencia. De hecho, en el rol en vivo, las armas son de goma espuma'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_