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Columna
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Polemista

Félix de Azúa

En todas las reuniones, sean éstas serias o frívolas, de alta o de baja intensidad, fruto del ocio o del trabajo, se duerme implacablemente en cuanto toma la palabra cualquiera de los presentes que no sea él mismo. No es fácil, sin embargo, que tome la palabra ninguno de los presentes, porque él habla de un modo constante, sin interrupciones, a veces preguntándose y respondiendo, o bien interpelándose o escandalizado de sus propias palabras. Casi siempre habla de las muy variadas y sagaces y sutiles maneras con las que el Mundo le ataca personalmente en una lucha desigual que le irrita y le amarga. El Mundo lleva a cabo una indudable campaña en su contra y como el Mundo le conoce a la perfección, aprovecha los más mínimos resquicios para hundirle en la desesperación. El Mundo le hace la vida imposible.

No es materia clara lo que sea el Mundo. Puede ser el conjunto entero de la humanidad, la cual ha sido creada de tal modo que no coincide en absolutamente nada con él. Pero a veces es sólo una parte de la humanidad, aunque casi todas las partes de la humanidad le atacan en un momento u otro. En una ocasión puede ser, por ejemplo, la parte de la humanidad que habita en los Estados Unidos, toda ella dedicada a mostrar una grandísima desconsideración e idiotez. Pero eso no impide que en la siguiente ocasión sea la parte de la humanidad que habita en Europa, la cual, con su conservadurismo e imbecilidad extremas le estropea todos los minutos y segundos del día. O los propietarios de todoterrenos, que forman una importante parte de la humanidad. O de perros. O incluso de lanchas motoras. No hay parte de la humanidad que, de un modo u otro y con la mayor malicia, no se dedique a molestarle tozuda y perseverantemente.

Ahora bien, si alguien aprovecha una grieta de su discurso (por ejemplo, cuando en un brevísimo instante de distracción toma el vaso para llevárselo a la boca y cierra los labios sobre el vidrio), con la intención de intervenir, bien sea para abundar en sus opiniones contra el Mundo, bien para razonar acerca de ellas (nunca se ha visto el caso de alguien que tratara de contradecirle), entonces se duerme rápida, brusca, desafiantemente.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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