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Los sindicatos exigen el cierre del Centro de Extranjeros por sus 'indignos' locales

La Jefatura Superior de Policía asegura que las instalaciones están en fase de reformas

F. Javier Barroso

Los principales sindicatos del Cuerpo Nacional de Policía exigen el 'cierre inmediato' del Centro de Internamiento de Extranjeros de Moratalaz, el lugar donde, bajo supervisión judicial, son retenidos los inmigrantes sin papeles a la espera de ser expulsados. Mientras los sindicatos aseguran que las instalaciones del centro son 'indignas', la Jefatura Superior de Policía indica que éstas se hallan en fase de reformas.

Nada más entrar en este centro, el visitante se topa con un fuerte hedor, síntoma del hacinamiento que sufren dentro los inmigrantes. Dos diminutas habitaciones, donde apenas cabe una pequeña mesa y un minúsculo armario, permiten a los agentes vigilar -a través de dos ventanas con cristales tintados- la sala de estar común. Los desconchones, las humedades y un mobiliario que supera los 20 años de antigüedad constituyen el paupérrimo entorno en el que pasan el día por turnos de ocho horas. Una puerta roja, sin pomo, da paso al centro propiamente dicho. Bancos de color verde deteriorados por el paso del tiempo y un futbolín desvencijado son, junto con un pequeño televisor en color, el único mobiliario de esta zona. Al paso de los agentes, los inmigrantes gritan sus quejas.

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Un estrecho pasillo alicatado con baldosas blancas da paso a los servicios. 'Súbase los pantalones si no quiere mojárselos'. Es el aviso que recibe el visitante antes de entrar en los cuartos de baño, donde la humedad se hace patente. Según comentan los representantes sindicales, cada dos por tres los lavabos se rompen y el agua sale hasta el pasillo.

Las siguientes estancias son las habitaciones:dos literas a cada lado y un colchón tirado en el suelo. El olor a humedad persiste en estas dependencias. Cuando se inauguró el centro, en 1988, cada habitación tenía dos lavabos y un espejo, pero las continuas fechorías de los internos, asegura la policía, los han hecho desaparecer. Ahora, la jefatura ha sellado con masilla los ventanales para evitar que los inmigrantes salgan por ellos de noche al patio y desde allí se fuguen.

El abandono del centro es tal que las instalaciones antiincendios carecen de las mangueras para el agua. Sólo queda la caja roja metálica que antaño las acogía. Las duchas tampoco se salvan. La concentración de humedad en la sala ha convertido el falso techo metálico en un nido de óxido, que también afecta a los grifos.

Los policías se quejan además de la actitud de los internos. Éstos aprovechan cualquier recodo o hueco de las paredes (de los que hay bastantes por el centro) para guardar cubiertos y armas improvisadas. En los últimos tiempos los agentes han requisado en registros esporádicos destornilladores, cuchillos de cocina y hasta marcos de aluminio de los servicios con más punta que un estilete.

El comedor es la parte más moderna del centro, dentro de la inmundicia que lo rodea, según los sindicatos. El recinto dispone de cocinas propias y tres personas se encargan de preparar los alimentos para los inmigrantes. Éstos sólo tienen contacto con el exterior a través de una cabina telefónica.

Ante este panorama, los sindicatos policiales han pedido 'medidas y soluciones urgentes' para acabar con el hacinamiento. Aunque está preparado, en teoría, para 120 internos, acoge a una media de 60. Y esta cifra ya representa, según los sindicatos, un alto riesgo para los policías, dadas las carencias del recinto. 'Estamos hartos de denunciar esta situación a la Dirección General de la Policía y la Jefatura, y no nos han hecho ni caso en los últimos cuatro años. Nos dijeron que se trasladaría a la antigua cárcel de Carabanchel, y, como muchas cosas del cuerpo, todo se ha quedado en promesas', explica el secretario general de Madrid del Sindicato Unificado de Policía (SUP), José Ignacio Cervigón. 'El centro carece hasta de unas cámaras de vigilancia adecuadas que permitan controlar a los internos desde la primera planta. Desde luego, no reúne las mínimas condiciones para permanecer abierto', añade.

Estancia de 40 días

La Ley de Extranjería establece que los inmigrantes permanezcan en estos centros hasta un máximo de 40 días. La media de estancia llega, según los sindicatos, a los 32 o 35 días. Eso, claro, en el caso de que los internos no huyan antes. En los últimos años han sido continuas las fugas de los inmigrantes a través del patio y por un pasillo que comunica el centro con la cercana comisaría de Moratalaz.

Otro problema que sufre el recinto, que fue abierto en 1988, son las enfermedades con las que llegan algunos inmigrantes. Trabajadores del centro han dado positivo en las pruebas de tuberculina a las que han sido sometidos. 'Nadie avisa a los agentes de que están expuestos a estos virus', protesta Ignacio López, de la Asociación Nacional de Policía (ANP).

Un delegado de la Unión Federal de la Policía explica: 'La sala de ocio es de tan pequeñas dimensiones, que, aunque hacen limpieza diaria por la mañana, al terminar el día acaba siendo un vertedero, llena de escupitajos, colillas, restos de comida y papeles. Además, los colchones y las almohadas no se han cambiado ni una vez en la historia de este centro, lo que lo convierte en un foco de bacterias, infecciones y contagios', añade. El máximo responsable de la Brigada Provincial de Extranjería, de la que dependen las instalaciones, señala que desde hace tiempo se están haciendo gestiones para habilitar un recinto nuevo. Asimismo, se están mejorando las medidas de seguridad para evitar las fugas: por ejemplo, con el cambio de las cámaras de vigilancia interna por otras más modernas o el reforzamiento de algunos puntos débiles del centro.

Este responsable asegura que la ocupación del recinto no supera el tercio de su capacidad (40 internos). 'Con la llegada de los nuevos responsables de la jefatura [el pasado enero], el centro es una prioridad y se le ha dotado de medios', sostiene.

Este comisario explica que la estancia media de los internos no supera los 20 días y que, para agilizar los trámites, cuentan con el apoyo de la fiscalía y de los jueces. 'Además, el centro está abierto a que entren organizaciones no gubernamentales, los abogados y el médico de la jefatura, que los visita todos los días. La situación ha mejorado mucho en los últimos meses', añade este mando policial.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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