Cinco carretas y un toro
La corrida de Miura constó de cinco toros de carreta y uno manejable. Sólo les falta el camino estrecho empapado de barro y polvo. La carreta la ponen los propios cinco toros de Miura. Esos toros, si en vez de Miura se llamaran toros de Fernández Salcedo, por ejemplo, no lidiaban una corrida en la vida. A lo más que llegarían sería a correr como toros ensogados y a toros del aguardiente.
Sucede que la ganadería de Miura tiene mucha percha literaria. Está su leyenda negra, los toreros muertos que ha dejado en el camino a lo largo de la historia del toreo. Sin embargo, en estos últimos años, la ganadería Miura es un permanente fiasco. Pero como los de la Casa de Misericordia de Pamplona quieren contratar todos los años como la última corrida de Sanfermines a esa ganadería, de ahí vienen todos los males. Cuánto mejor sería que contrataran a tal ganadería para los encierros y por la tarde se lidiarían los de otra ganadería de más fuste en cuanto a calidad de toros bravos.
Miura / Zotoluco, Fernández, Padilla
Toros de Eduardo Miura: inservibles, salvo el 5º, les pegaron fuerte en varas, el 4º recibió cuatro pullazos. Eduardo López Zotoluco: estocada caída -aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio). Stephan Fernández Meca: estocada tendida (aplausos); pinchazo y estocada (vuelta al ruedo). Juan José Padilla: cuatro pinchazos, estocada caída -aviso- y descabello (silencio); dos pinchazos, estocada desprendida y dos descabellos (silencio). Plaza de Toros de Pamplona, 14 julio. 9ª y última de Feria. Lleno.
Con este material tan inservible, Zotoluco y Padilla estuvieron indecisos y temblorosos a la manera de castillos de arena Los dos diestros se comportaron como dos casas de madera que viajaran a la deriva hacia el mar. Uno y otro usaron la franela, es decir la muleta, como si fuese una bayeta de quitar el polvo a las estatuas de plata falsa.
Si por algo se salva Padilla es por cuatro pares de banderillas de los seis que clavó. El Padilla que suele comportarse como si fuera a conquistar él solo el islote Perejil no apareció por ninguna parte, desertó.
Por parte del francés Fernández Meca se valora su trabajo muletero en el quinto de la tarde. No fue un dechado de arte, mas dentro de la penuria en la que estaba la tarde inmersa por lo menos fue un pequeño soplo de esperanza. Sólo eso: un leve soplillo.
Por las cuadrillas valoramos a los banderilleros del francés, Morenito de Arlés y Javier Gil; y por los picadores a Efrén Acosta de la cuadrilla del Zotoluco.
Quedan, eso sí, todos los llenos que ha habido en los festejos sanfermineros. Y queda, muy en especial, ese ambiente que se vive cada tarde en los aledaños de la plaza antes de cada corrida. De verdad que parece como si se tratara de una final del Campeonato Mundial de Fútbol a celebrar en Maracaná. Pues bien, en San Fermín este año se han jugado diez asombrosas y espectaculares finales. Junto a lo dicho queda el encuentro con los amigos de Joaquín Vidal, Elu y Masito, y tantos otros. Junto a aquellos espectadores cercanos a nuestra localidad que nos brindaron su más cálida acogida y ofrecimiento de amistad. Es impagable semejante dadivosidad.
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