Las chicas son guerreras
ESTA SEMANA he recibido dos cartas insultantes. Y no me quejo, muy al contrario, me doy un canto en los dientes: hay semanas en que el número de lectores que se dirigen a mí de una forma, digamos, agresiva adquiere un volumen, a ojos de mi santo, preocupante. A ojos de mi santo me busco enemigos por gilipollez, tontamente, porque él me dice que uno se tiene que buscar enemigos por grandes problemáticas, tipo terrorismo, tipo nacionalismo ('Anda', me dice, 'que no tienes ahí filón para que te cojan gato'), tipo crítica al arte contemporáneo. Él lo dice porque ha visto una exposición de desnudos de estas de Photo España y se ha quedado impactado: vio la foto de una lesbiana con las bolas al vent y la barriga y los brazos grapados con imperdibles, y luego por la noche es que no se me podía dormir. Le tuve que dar uno de mis orfidales, y para cederle yo uno de mis orfidales, ya lo tengo que ver alterado.
O sea que me dice que yo los enemigos me los gano por tontería. La cosa es que uno de mis lectores airados me escribía una carta desde Eibizza (Ibiza) diciéndome que mis cachondeos sobre la lengua mallorquina (o como se diga) le parecían lo peor, y que esos chistecillos respondían al típico humor madrileño y que a él el humor madrileño se la traía floja (perdónenme por esta expresión tan madrileña). Bueno, simplemente me gustaría decirle a este simpático lector catalanoparlante que mi humor no es madrileño, es de Moratalaz. Seamos precisos, por Dios. Y Moratalaz no solamente tiene un microclima (esas brisas provocadas por los coches de la M-30), sino también un acento y un acervo, vaya. No veo lejos el día en que Moratalaz pueda reclamar su propia Academia de la Lengua. En eso estamos. Yo, desde Chamberí, rompo una lanza.
El segundo de mis lectores airados era un argentino encantador que me decía que no sabía cómo una mujer tan inteligente como yo había escrito un artículo tan soez como el de la sopa pedo. Le enseñé esta carta a mi santo para que me diera su sincera opinión, y me la dio: 'Contéstale a este señor que es que a lo mejor no eres tan inteligente'. Mi santo siempre pone el dedo en la llaga.
Lo que me pasa a mí es alucinante, resulta que escribo de gilipolleces para no significarme y no buscarme enemigos, y ya te digo, mis enemigos ya son legión. Yo escribiría de otras cosas, de verdad, porque tengo mis inquietudes. Por ejemplo: diría lo que me ha parecido que a Castilla del Pino le hayan suspendido en la Academia, me gustaría decirlo, pero no lo digo para no significarme y porque no quiero cerrarme caminos, que Víctor me ha dicho que tengo su voto (sólo) y que cosas más raras se han visto (no demos nombres). Sólo diré que me hubiera gustado tener al mejor psiquiatra de España más a mano. Como psicólogo, tengo a Pinillos. Pero es que dice mi santo que yo, en el estado en que me encuentro, necesito un equipo médico habitual. Tipo el caudillo.
Tampoco voy a decir lo que me ha parecido el que Aznar le pida a Gallardón que se presente a la alcaldía de Madrid. No lo quiero decir, no me tiren de la lengua, sólo diré una cosilla (sólo la puntita, como decían antes los padres de familia numerosa): a eso le llamo yo mover ficha. Y luego dicen que Aznar se mueve sólo por simpatías personales.
Tampoco diré, así me maten, qué opino de que mis niños se hayan partido el pecho con Vivancos III; ellos mismos me han prohibido que diga públicamente que se han partido el pecho con Vivancos III. Son conscientes de que su sentido del humor no se podría calificar de inteligente. 'Recuerda, yo leo a Savater', me dice uno para callarme la boca, como el pecador que dice que se reza tres padrenuestros. 'Muy bien, vale, leerás a Savater', le digo, 'pero veo que la lectura no te está aprovechando'. Y conste que yo me alegro de que paguen su entrada para que saquen a la taquilla española de su pertinaz estancamiento, pero, claro, por hacer el bien al cine español podemos dejar a unas mentes que se encuentran aún a medio formar seriamente dañadas para siempre, y eso, cuando se trata de tus propios hijos, duele. Esta tarde les daré dinero para que vayan a ver El otro lado de la cama a fin de que suban un poquito el célebre cociente intelectual. Al decirles el reparto, para ellos el reparto se remite a Paz Vega y Natalia Verbeke, se han mostrado bastante interesados. A mí particularmente me encantó ver juntos a Ernesto Alterio, Alberto San Juan y Guillermo Toledo (qué arte tienes, Toledo). A veces, los padres sirven para algo. Hasta aquí me llegan las babas de orgullo de sus progenitores don Héctor, el señor Máximo y el doctor Toledo, y de las madres ni hablo. Desde aquí te lo digo, Martínez Lázaro: lo pasé muy bien en tu película, y me canté entera la de Las chicas son guerreras, que era de la época en que yo tenía los pechos turgentes (casi tan turgentes como los de Paz Vega) y podía dar saltos sin miedo a desparramarme en las fiestas del PCE de la Casa de Campo. Pero no me voy a poner nostálgica porque, aunque mis pechos ya no sean turgentes, ahora tengo más dinero, que es lo único que a mí me importa, y si quisiera, mañana mismo me operaba los pechos. Pero no me opero porque pierdo sensibilidad, y la sensibilidad para una escritora de culto, al menos en mi caso, es lo más importante.
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