Béla Fleck convierte su banjo en protagonista de músicas muy distintas
El intérprete neoyorquino termina su gira española en Ortigueira
Se llama Béla por Bartok, el gran compositor húngaro, y eligió el instrumento que le ha reportado fama mundial tras escuchar, de chaval, aquel Dueling banjos con el que Eric Weissberg y Steve Mandell hicieron fortuna. El neoyorquino Béla Fleck, de 44 años, que acaba de editar Live at the Quick, un disco y DVD con The Fleckstones, su banda de las grandes ocasiones, termina hoy su gira española en el festival de Ortigueira.
Béla Fleck vive uno de los momentos más dulces de su carrera tras haber obtenido dos premios Grammy por Perpetual motion, un disco en el que adapta para banjo a Bach, Scarlatti, Paganini, Chopin o Debussy.
Fleck atiende al teléfono desde su casa de Memphis, Tennessee, a las nueve de la mañana. Confiesa que es una hora intempestiva para cualquier músico, pero se le intuye de buen humor. 'Hace poco leí una crítica sobre un concierto de los Flecktones en la que decía: 'Ellos saben lo afortunados que son'. Me pareció una buena definición de nuestra música y de nuestro espíritu. Me divierto como un crío cuando toco o cuando compongo, y encima me pagan por ello. Tal vez de ahí provenga el vitalismo de mis discos'.
Desde que publicó Crossing the tracks, en 1979, Béla Fleck ha grabado 20 álbumes -en solitario o con los Flecktones- y ha colaborado con un centenar largo de artistas, desde los más campestres (Garth Brooks, Nanci Griffith, Dolly Parton, Randy Travis) a grandes del rock como Neil Young, Phish o, más recientemente, la Dave Matthews Band. Participó en el emblemático Bilbao 00:00, de Kepa Junkera, y últimamente comparte escenario con el trío de jazz Medeski, Martin & Wood. 'Sí, me gusta la versatilidad, aunque también sé de mis limitaciones. No es un problema del instrumento: el banjo puede encajarse en cualquier tipo de música. Sencillamente, asumo que tengo puntos débiles, por ejemplo en el terreno de la armonía'.
Este ejercicio de modestia se extiende al abordar el tema de la vertiginosidad en muchas de sus interpretaciones. 'Supongo que encajo con la figura de virtuoso, pero me siento bastante incómodo tras esa definición', confiesa Fleck. Y agrega: 'En realidad, el virtuosismo es una característica común de todos los Flecktones. Podemos tocar muy, muy deprisa, e incluso el batería, Future Man, y el bajista, Victor Lemonte Wooten, ni siquiera necesitan calentar para alcanzar el máximo de revoluciones. Con todo, prefiero que se nos reconozcan otros valores'.
Lejos quedan los tiempos en los que sus profesores advertían a Fleck de que cambiase el banjo por otro instrumento 'más noble' si quería que la música le diera de comer. Su figura suscita ahora un amplio consenso entre los aficionados al bluegrass, la fusión o las músicas del mundo, aunque la crítica de jazz recela a menudo de ese endiablado mejunje sonoro que le caracteriza. 'Sí, ése es un sector con el que todavía se producen desencuentros', reconoce el banjista neoyorquino.
Babelia
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