Rosa Serrano denuncia la pérdida de prestigio del Consell de Cultura
Ramon Lapiedra constata una 'derechización y banalización'
La editora Rosa Serrano, miembro del Consell Valencià de Cultura (CVC), considera que la institución 'ha ido perdiendo prestigio' en los últimos tiempos, por lo que propone una reflexión en el seno del órgano consultivo y también al más alto nivel de las instituciones políticas para llenar de contenido al CVC. Tras la renovación parcial del organismo, por su parte, el consejero y ex rector Ramon Lapiedra, también nombrado a propuesta del PSPV, observa una 'derechización y banalización'.
Los ecos del reciente nombramiento en el cupo correspondiente al PP de personas tan significadas en el espectro político más conservador como Fernando Vizcaíno Casas, escritor de libros profranquistas, o Juan Ferrando Badía, no han cesado. 'Cogidos en peso los nombres del Consell Valencià de Cultura observo una derechización y una banalización que concuerda muy mal con las pretensiones centristas del PP, que por otra parte, no engañan a nadie', manifestó Lapiedra.
En su análisis, Rosa Serrano se remonta también a la etapa anterior de la renovación parcial del CVC (que afectaba en principio a un total de 11 de sus 21 componentes) para evidenciar que 'desde hace tiempo ni las Cortes ni la Generalitat' encargan al organismo un dictamen sobre proyectos de carácter cultural que forman parte del debate político y ciudadano, como las cuestiones relacionadas con el patrimonio histórico y artístico valenciano.
La consejera no quita importancia a las cada vez más numerosas consultas de colectivos sociales, preocupados 'por el abandono de nuestros bienes patrimoniales', al contrario, pero reclama una mayor atención institucional.
En asuntos de rabiosa -y en este caso parece que perenne- actualidad como la importante polémica en torno al Teatro Romano de Sagunto o al traslado de los vestigios del antiguo claustro del Embajador Vich, o el más antiguo de la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar atravesando el protegido barrio de El Cabanyal, el CVC no ha sido requerido por las instituciones implicadas para que emita un dictamen al respecto.
Serrano señala que todas estas cuestiones 'pesan en el ánimo de los consejeros, como también pesa la poca efectividad de nuestras recomendaciones'. En este sentido, la consejera hace hincapié en la escasa repercusión de la advertencia sobre el retroceso del uso público del valenciano, por ejemplo, aunque apunta la necesidad también de hacer autocrítica, por no insistir el organismo suficientemente en determinadas cuestiones. A esto añade las 'poco coherentes actuaciones' registradas últimamente que van en detrimento de una mayor efectividad y credibilidad.
De estas actuaciones y de la composición actual del CVC se deriva la posibilidad de que el ambiente más o menos propicio al consenso que se ha respirado en el CVC en los últimos años, sobre todo a raíz del dictamen lingüístico, en virtud del cual las Cortes Valencianas aprobaron la ley de creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, sea agua de borrajas, se considere zanjado.
Por otra parte, el protavoz parlamentario de EU, Joan Ribó, ha enviado una carta al presidente del CVC, Santiago Grisolía, en la que pide que la institución 'manifieste de forma clara su respeto y defensa de la libertad de opción sexual de las personas'. Una petición resultante de 'unas declaraciones escritas en un diario de Valencia donde [Vizcaíno Casas] manifestaba actitudes gravemente homófobas'. En éstas tachaba de 'carnaval mariquita' el Día del Orgullo Gay, lo que provocó una denuncia pública del colectivo Lambda.
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