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Reportaje:

'Los caprichos' renacen bajo tierra

El deterioro sufrido por las reproducciones de los grabados de Goya expuestas en el metro ha obligado a reemplazarlas

Andrea Aguilar

En las paredes de los andenes de la estación de Goya de la línea 4 del metro se lee: 'Ya tiene asiento', 'Subir y bajar' o 'Ya es hora'. No se trata de pintadas de algún viajero tedioso y algo gamberro, sino de tres de los títulos de la primera serie de grabados, Los caprichos, del pintor Francisco de Goya y Lucientes.

Desde 1985, esta serie y 61 estampas de las colecciones La tauromaquia y Los disparates, cuyos originales custodia la Biblioteca Nacional, están expuestas en esta estación. Pero el deterioro de las vitrinas que las albergan y la filtración de agua, debido al lavado de las paredes por medio de agua a presión, dañaron gravemente las copias, y ha sido necesario reemplazarlas, según Metro de Madrid. La adquisición de reproducciones autorizadas ha permitido finalmente sustituir las copias.

El pintor aragonés criticó con sarcasmo la sociedad española de finales del XVIII
Desde hace un mes, los usuarios de la línea 4 pueden contemplar de nuevo las obras

La exhaustiva búsqueda por las librerías de viejo y una inversión de 6.000 euros, en concepto de compra de las reproducciones y restauración de las vitrinas, permite, desde hace apenas un mes, a los cerca de 50.000 usuarios del metro que transitan por esta estación admirar una considerable muestra de los grabados que el pintor aragonés realizó a lo largo de su vida.

Jurka, una joven búlgara residente en Madrid desde hace varios años, comenta que lleva mucho tiempo viendo los grabados desde los vagones del metro al pasar por la estación sin poder pararse. 'Hoy he venido expresamente a verlos porque leí acerca de Goya en un libro en Bulgaria y me gusta mucho', añade. Cruza un charco, alza la mirada y observa bajo una tenue luz, pero con gran atención, la reproducción del grabado titulado El amor y la muerte expuesto en una de las 40 vitrinas que cubren la parte superior de las paredes de la estación.

Los goterones de agua que se deslizan por las paredes originan la aparición de charcos, ágilmente esquivados por los viajeros. Las limpiadoras de la estación comentan que la causa es la filtración de 'aguas subterráneas contra las que nada se puede hacer'. Todas las semanas asean las vitrinas con mucho cuidado y la correspondiente dosis de limpiacristales. Intentan así facilitar la visión de los oscuros monstruos, brujas y animales diseñados por Goya, que la deficiente iluminación de la estación del suburbano dificulta.

El paseo por los andenes ofrece a los viajeros la posibilidad de realizar un recorrido desde la primera serie de estampas que grabó Goya en 1799, Los caprichos, hasta la última, Los disparates, que no se publicó hasta 1864 (40 años después de la muerte del artista), así como una selección de 44 reproducciones de la colección La tauromaquia.

El acceso a los originales está restringido a los investigadores y estudiosos que visitan con permisos especiales la Biblioteca Nacional, institución que también custodia en cámaras de seguridad las planchas. Los grabados originales sólo son mostrados al público con motivo de alguna exposición.

Una escueta explicación en las vitrinas de los dos andenes ilustra a los visitantes del metro acerca del origen de algunas de las copias. Los caprichos y Los disparates proceden de una edición comentada y dirigida por don Antonio de Horna López en los años setenta, y son descritas como 'piezas capitales del arte de la estampa'. Asimismo, se vincula el título de Los disparates -también conocida como Los proverbios-, a la figura del pintor flamenco Hieronymus van Aeken El Bosco, apodado entre los contemporáneos de Goya como El Disparate. Según reza el cartel, esta serie supone para el pintor aragonés 'una vuelta a la era de los monstruos, a las apariciones y proverbios que resumen la sabiduría popular'.

Los responsables de Metro se muestran muy satisfechos ante la gran afluencia de usuarios que acuden a contemplar los grabados en la estación de Goya. Esta iniciativa permite mostrar a turistas y viajeros reproducciones de las estampas que supusieron una dura y sarcástica crítica a los vicios de la sociedad española de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Las brujas y duendes de los primeros grabados aparecen de forma recurrente en Los disparates que Goya dibujó al final de su vida y que no fueron publicados hasta después de su muerte. Esta serie reúne imágenes oníricas plagadas de monstruos y alegorías con un marcado carácter irracional. Por otro lado, La tauromaquia atestigua la afición de Goya por los toros y su intención de dar, según sus palabras, 'una idea de los principios, progresos y estado actual de dichas fiestas en España'. Son, en definitiva, un fiel testimonio de las artes taurinas practicadas entonces y hoy en desuso.

Los visitantes extranjeros muestran su entusiasmo, pero a la vez se quejan de que los textos explicativos aparezcan sólo en castellano, a la vez que echan en falta algún folleto orientador.

80 estampas a 320 reales de vellón

El anuncio de venta en la Gaceta de Madrid, en 1799, de la serie de grabados de Francisco de Goya Caprichos, editada por primera vez ese mismo año, la presentaba como una 'colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por don Francisco de Goya'. Y agregaba: 'Se venden en la calle del Desengaño, número 1, tienda de perfumes y licores, pagando por cada colección de 80 estampas 320 reales de vellón'. La producción de estos grabados coincide con la grave enfermedad que el pintor padeció a principios de la década de 1790 y que le dejaría como secuela la sordera. Gran parte de ellos los hizo durante su estancia en la finca de la duquesa de Alba en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Goya llamó a las estampas de ésta su primera serie 'asuntos caprichosos que se prestan a presentar las cosas en ridículo, fustigar prejuicios, imposturas e hipocresías consagradas por el tiempo'. La avaricia, la glotonería de los frailes, la prostitución o la mala educación de los hijos son algunos de los temas tratados en estas imágenes. Ante el temor a sufrir represalias de la inquisición, el pintor cedió al rey Carlos IV las planchas y las estampas editadas no vendidas.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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