Eludir responsabilidades

Me cuesta mucho creer que el perfil del comprador de CD piratas se corresponde con el de un verdadero amante de la música. También considero que la industria discográfica no está en peligro, sino que en realidad ha sido víctima de un erróneo planteamiento del que ahora intenta hacer responsable a la parte final de la cadena: los compradores. En un momento en el que cuesta encontrar un grupo o solista al que se le pueda augurar una vida que se prolongue más allá del verano, las discográficas deberían cuestionarse qué pensamos y cómo actuamos los que realmente escuchamos, valoramos y, sobre todo, necesitamos la música. Porque, a fin de cuentas, somos los que durante años, cuando no existían los fenómenos pasajeros ni la oferta era la actual, contribuimos a su crecimiento y consolidación de un modo incondicional, no sin que ello nos supusiera un considerable esfuerzo económico. El daño que las mantas pueden hacer es bien poco si lo comparamos con los beneficios que se pueden lograr con una correcta política de precios o, en su defecto, si se aplican soluciones alternativas como las puestas en marcha en los últimos meses. Los discursos y las manifestaciones servirán de algo si se empieza a asumir como un problema la equivocada gestión de estos años, que prima lo circunstancial sobre lo perdurable, en lugar de eludir responsabilidades cuando los resultados no son los deseados.