'Mi 'Don Juan' es un homenaje a Tirso'
El director teatral italiano Maurizio Scaparro (Roma, 1932) anda enfrascado en un ambicioso proyecto al que ha llamado Don Juan, la sonrisa del diablo. Una trilogía que inicia con Don Giovanni racontato e cantato dai Comici dell'Arte, montaje basado en la obra de Tirso y los canovaci, de la Comedia del Arte, que se estrena hoy en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.
'Es un homenaje a la España de Tirso, a su Don Juan, que se inicia en Nápoles y que tuvo una gran aceptación en Italia, donde, con una velocidad más rápida que Internet, los cómicos del arte en el siglo XVII la hicieron suya, la modificaron según sus códigos y expandieron el mito de Don Juan por toda Europa', dice Scaparro, quien recuerda que Moliére conoció así este texto: 'Me pregunto si el mito de Don Juan hubiera sido universal sin el viaje de los cómicos del arte, no lo digo por nacionalismo, sino por el orgullo de saber que los viejos trabajos de los cómicos han sido más importantes que lo que han hecho los políticos por la construcción de Europa'.
'La cultura cuesta, pero la incultura más aún, es mucho más cara'
Hoy se estrena en Almagro la primera parte de su trilogía sobre el mito español
Para Scaparro era obvio que lo primero que tenía que abordar era ese homenaje España-Italia. En el espectáculo ha contado con la música de Nicola Piovani y un elenco de actores encabezado por Peppe Barra.
El segundo espectáculo de la trilogía es la ópera Don Giovanni, que se estrenó hace tres meses en Palermo con éxito y el año que viene acudirá a España, dentro del Festival de Perelada. 'En este trabajo no me pregunto quién es Don Juan, no me hace falta, de hecho no me interesa; hay algo muy superior al propio mito, que es la música de Mozart'.
Como tercer montaje presentará el próximo 1 de noviembre, tradicional fecha de estreno de esta obra, Don Juan Tenorio, de Zorrilla, puesto en pie con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Scaparro ya ha elegido a los actores y entre otros trabajarán Luis Merlo como Don Juan y Bárbara Lluch como Doña Inés.
'Estamos ante un proyecto de teatro público, hecho por un hombre que cree profundamente en el teatro público y que en cualquier momento teme perderse en la homologación de la ciudad global y en la fingida diversidad de los supermercados y que con este espíritu afronta la aventura quijotesca de su Don Juan', señala el director, quien hace más de una década afirmó que el poder servía para exprimir a la ciencia y la cultura. Hoy, con la nueva Europa en marcha, el director matiza: 'Ahora hay una pequeña diferencia, el poder existe para exprimir la ciencia, pero se ha olvidado del arte, y eso sí que es peor'.
Conocido en España a raíz de la dirección que hizo del Cyrano de Bergerac, de Rostand, para Josep Maria Flotats, en 1984, Scaparro ya gozaba entonces de un importante prestigio internacional como director de la Bienale de Venecia, del Teatro de Europa, junto a Giorgio Strelher, o del Teatro Elíseo de Roma. También tuvo repercusión su recreación escénica de Galileo Galilei, del emperador Adriano y de Don Quijote. Eran espectáculos con los que Scaparro trataba de hablar de la Europa que vivía en los años ochenta y noventa y de la seducción de la utopía. 'En realidad, la utopía es la esperanza de que no estemos locos', y concluye, 'ahora casi hay desprecio por la palabra utopía, yo todavía soy utópico, espero que sea algo pasajero, no por mí, sino por los jóvenes'.
Scaparro piensa que sería importante que Europa no sólo sea de los banqueros, sino de la cultura: 'Es cierto que la cultura cuesta, pero la incultura es mucho más cara, y mientras no se entienda eso iremos mal'.
Con Don Juan su mensaje está claro: 'Hablo de amor en una sociedad sin amor, es una obra que habla de la vitalidad desesperada, de un mito que no es una realidad (de ahí que hablemos mucho de él, pero nunca terminamos de definirlo), pero sobre todo hablamos de la juventud', y añade: 'De hecho, la única frase que se repite en los diferentes donjuanes es 'la hora es lejana', y sólo si uno es joven puede olvidarse de la palabra muerte'.
Tras poner en pie esta trilogía, Scaparro afronta otra inacabada, dedicada a la emigración. Ya puso en pie Pulcinella, un texto de Roberto Rosellini interpretado por Massimo Ranieri. En enero tiene previsto reponer (lo montó hace dos años) en un importante teatro neoyorquino América, de Kafka. Para mayo de 2003 cerrará el proyecto con Simbad el marino. 'Es una metáfora sobre el mundo de la emigración..., América fuimos nosotros, Simbad son los que vienen; es un canto a la diversidad', dice.
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