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AJEDREZ

Parapetos

Estudio de M. Rossolimo.

El presente estudio tiene ese encanto de las cosas sencillas que, cuando uno pretende ingresar en su esencia, no lo son tanto. En apariencia, la posición es de tablas sin mayores complicaciones; evidentemente, la única jugada para intentar la victoria es 1 h7, pero luego de 1... Th6 las negras parecen empatar fácilmente. Hubiera sido un grave error 1... Tg5 j. / 2 Rb6, Tg6 j. / 3 Rb7, Th6 / 4 Ta8 j. y ganan. Pero después de la del texto el rey blanco sirve de parapeto al rey negro, e impide que la torre blanca salga con jaque. Si intenta trasladarse al flanco de rey, su adversario sigue su ritmo paso por paso, como si se tratase de una coreografía de Petipa: 2 Rb5 (amenaza 3 Ta8 j.) 2... Rb3 y el monarca blanco, a su pesar, sigue protegiendo a su colega. ¿Cuál es, entonces, el camino del triunfo? Hay que continuar la marcha hacia el nudo gordiano del tablero, donde están los peones y las torres. Después de 3 Rc5, Rc3 (está claro que las negras no tienen opción ante la amenaza inmediata del jaque en b8 y la consiguiente coronación), 4 Rd5, Rd3 / 5 Re5, Re3 (si 5... g5 no 6 Td8 j., Re3 / 7 h8=D, T - h8 / 8 T - h8, g4, sino 6 Rf5 y el jaque en d8 es inevitable y decisivo) / 6 Rf5, Rf3 y en apariencia las blancas no han logrado nada concreto; si 7 Rg5, Rg3 y las blancas se ven forzadas a 8 Rf5, tras lo cual 8... Rf3 empata. Sin embargo, existe un sencillo -aunque bastante oculto- recurso ganador, que consiste en invertir las tornas y lograr que el rey blanco sea ahora el que sirva de parapeto a su propia torre: 7 Tf8!, que amenaza coronar de inmediato. Las negras se ven constreñidas a jugar 7... T - h7, luego de lo cual 8 Rg6 j. gana la torre y la partida. ¿Sencillo? Sin duda; pero la sencillez puede ser, a veces, muy difícil.

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