Derechos humanos
A la UE le ha pasado como al párroco de mi antiguo barrio de Montequinto, apoyó una manifestación en la cual se reivindicaba el linchamiento de una familia gitana que había tenido enfrentamientos con otra familia de payos. Lo curioso del asunto era que el actual párroco de Montequinto no iba allí a poner paz sino a cortar la carretera de Utrera, denunciar esto me costó una buena bronca que provocó mi salida del Seminario de Sevilla.
Del mismo modo que este párroco y antiguo formador del Seminario de Sevilla, la UE quiere construir una Europa competitiva y del pleno empleo en la actual sociedad del conocimiento. Sin embargo, lo quiere hacer recortando los derechos de todos aquellos que habían sido protegidos por el Estado. El informe de la ONU, que se difundía el 8 de junio en los medios de comunicación, deja bien clara la situación en la que se encuentran los colectivos más débiles de los Estados europeos: Jóvenes en general, trabajadores en precario, mujeres e inmigrantes vivirán, si no lo remediamos, bajo un sistema asistencialista cuyos principios fundamentales son el esfuerzo, el orden y la disciplina impuestos por leyes y decretos. Los que podrían ser valores emergentes en un clima de justicia social y desde la educación, se convierten ahora en normas represivas. Son los sectores más conservadores los que abanderan estas reformas y tenemos ejemplos de ello en las recientes elecciones de Francia y Holanda, o las leyes aprobadas y propuestas en España e Italia. Ésta es la filosofía y estos los principios que sustentan las políticas de empleo, educación, inmigración, etc.
La huelga general del 20-J fue un buen momento para demostrarle a Europa que en España, del mismo modo que en Italia y Francia, los trabajadores existimos, también los jóvenes, los inmigrantes...y estaremos donde tenemos que estar.
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