Julio Iglesias en el Palau Altea

No sé si al terminar esta carta se habra desvanecido la sensación de escándalo y de confusión que me está irritando. Es posible, subjetivamente, una respuesta afirmativa porque, al menos, estoy ejerciendo el derecho a la protesta, pero seguro que objetivamente no lo voy a tener nada fácil.

He visto en EL PAÍS la programación del Palau Altea para todo el verano y una nota aparte en la que se daba noticia de este hecho, destacando lo que es el objeto de este escrito. Me parece escandaloso, verdaderamente miope y abierto de par en par a la confusión que el primer aniversario del Palau se celebre mediante la voz y las canciones de Julio Iglesias. Y que, encima, se destaque el evento como si fuera un acontecimiento estelar. Creo que es simplemente bochornoso. Si el Palau es centre d'arts no cabe conmemorar su primer año de existencia y de programación con las canciones de Julio Iglesias. Si el Palau es un centro público, subvencionado por los ciudadanos, y no privado, tengo todo el derecho del mundo a protestar por este desaguisado. Me podrán decir que Julio Iglesias llenará el Palau. No lo dudo. Pero no es argumento. También lo llenaría, por ejemplo Plácido Domingo. Y sería coherente.

Por otra parte, la incoherencia de la actuación de Julio Iglesias se va a pagar cara, al mismo nivel que ese extraordinario intérprete que es Rostropovich, cuya actuación tuvo lugar el año pasado. Tanto Rostropovich como Julio Iglesias, ¡pásmense, si pueden!, cuestan lo mismo a cada asistente: 60 euros.