La batalla de las encuestas
Los expertos analizan las diferencias entre los sondeos de CiU y el PSC, que arrojan resultados contradictorios
El Partit dels Socialistes (PSC) ha abierto una gran brecha sobre Convèrgencia i Unió (CiU): le aventaja en 8,5 puntos en los sondeos y la diferencia alcanza los 25 puntos si los que se miden son directamente Pasqual Maragall y Artur Mas. Lo dice la última encuesta encargada por los socialistas. Pero el análisis da un vuelco si se lee el último sondeo presentado por la federación nacionalista: empate técnico; es decir, CiU supera en un punto al PSC y Mas se encuentra a sólo 1,8 puntos de Maragall en las preferencias de los ciudadanos para convertirse en el próximo presidente de la Generalitat.
La batalla de las encuestas ha comenzado. Desde siempre, los políticos han utilizado los sondeos también como arma política, como un instrumento más para convencer a la opinión pública de sus argumentos. ¿Que se extiende la idea de que el globo de Maragall se ha deshinchado? Nada mejor que presentar una encuesta que demuestre que el líder socialista va más lanzado que nunca. ¿Que Mas no remonta pese a que se acercan las elecciones? Un sondeo que demuestre un empate técnico puede ser de lo más eficaz para cortar de raíz esta sensación.
'Las empresas no hacen trampa, pero los partidos eligen los datos que dan a conocer'
'Los sondeos reflejan la debilidad de CiU', sostiene Jaume Magre, profesor de la UB
No obstante, el análisis de los últimos sondeos presentados por socialistas y convergentes no responde a este perfil meramente publicitario. No se trata de estudios encargados a empresas que nadie conoce y cocinados directamente en la mesa del secretario de organización del partido. Son, en cambio, estudios caros -pueden costar entre 15.000 y 30.000 euros, 2,5 y 5 millones de pesetas-, elaborados por importantes empresas demoscópicas -Vox Pública la del PSC, Instituto Opina la de CiU-, que firman sin esconderse los trabajos y ponen en juego, por tanto, la credibilidad de la casa.
'Ninguna empresa puede hacer trampa, sería un auténtico suicidio profesional', afirma Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), que ha colaborado con el Instituto Opina durante años. Y añade: 'Otra cosa es que el propietario final del trabajo es el partido que lo encarga y es éste el que decide qué partes de la encuesta da a conocer'.
Jaume Magre, profesor del departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la Universidad de Barcelona (UB), que ha colaborado con Vox Pública, coincide con su colega: 'La mayoría de los partidos no entregan toda la información y esto es lo que provoca dudas', sostiene.
¿Por qué, entonces, hay tantas diferencias entre los resultados de la encuesta de Vox Pública y la del Instituto Opina? Tanto Magre como Botella se muestran sorprendidos porque los resultados sean tan diferentes, pero señalan algunos puntos de las tripas de las encuestas donde buscar posibles explicaciones: el número de entrevistas, la muestra elegida, el cálculo de la estimación de voto y el cuestionario.
- Número de entrevistas. La encuesta de Vox Pública contiene 605 entrevistas, mientras que la encargada por CiU cuadruplica esta cifra y llega a 2.400. En teoría, a más entrevistas, mayor fiabilidad; pero en opinión de Magre, éste no es ni mucho menos el punto clave. 'No tiene nada que ver con la calidad de la encuesta; en Francia la mayoría tienen 1.000 entrevistas y aciertan mucho', afirma. Botella, aun admitiendo que no se trata del asunto central, subraya que un número alto de entrevistas proporciona mucha más información sectorial para que el analista pueda hacer posteriormente estimaciones más fiables.
En cualquier caso, la encuesta del PSC no es un trabajo aislado, sino que el partido encarga un barómetro cada trimestre, siempre con los mismos criterios. Esto proporciona toda una secuencia y no sólo una foto fija, y el número de encuestados es, por tanto, muy superior a 605. Las sucesivas encuestas de Vox Pública marcan siempre la misma tendencia desde hace meses: los socialistas amplían su ventaja.
- Muestra. La elección de las personas entrevistadas es vital. El objetivo de las empresas es lograr una muestra lo más similar posible del cuerpo electoral y por esta razón introducen determinadas cuotas para asegurarlo. No existe un único modelo académico, sino que cada empresa establece sus propias cuotas en función de sus criterios.
Vox Pública y el Instituto Opina no coinciden en el modelo. Ésta, a diferencia de la primera, incorpora como uno de los elementos centrales de la muestra el recuerdo de voto de las elecciones generales. Es decir, pretende que la muestra se parezca lo más posible al comportamiento que tuvieron los electores en los últimos comicios generales, el momento en que, según explica Botella, 'aflora el voto más ideológico y retrata con más precisión la identidad política de la gente'.
- Cuestionario. 'La forma y el orden en que se presentan las preguntas en el cuestionario son muy importantes porque a veces se puede a inducir a los entrevistados a afirmar que votarán por determinado partido', coinciden en señalar Magre y Botella. Normalmente, los clientes participan junto con las empresas en la elaboración del cuestionario y, por tanto, éste es el punto en que los partidos inciden más directamente en la producción del sondeo. Y se nota.
En la encuesta encargada por CiU abundan las preguntas como las siguientes: ¿prefiere que en Cataluña gobierne un partido de obediencia catalana o dependiente de un partido español?, ¿qué grado de dependencia tiene el PSC con respecto al PSOE?, ¿a quién ve como un político del siglo XXI: a Mas o a Maragall?, ¿Maragall tendría que abrir un relevo generacional en el PSC? Si se pregunta por el voto después de estas preguntas, el resultado podría tener alguna distorsión, aunque nada se conoce del orden en que se hizo la encuesta.
Lo mismo sucede, en sentido contrario, en la encuesta de Vox Pública, y en este caso el extracto hecho público por el partido ni siquiera detalla la pregunta exacta que se hace llegar a los enquestados. El cuestionario de Vox Pública interpela sobre si CiU ha abusado de su poder, si CiU hace bien pactando con el PP, si Cataluña necesita un cambio...
- Estimación del voto. Es la proyección de voto que se hace a partir de los datos de la encuesta. Los analistas de las empresas tienen en cuenta una gran cantidad de factores -la coyuntura política, el historial de cada formación, el comportamiento de los electores, la hipótesis de participación, etcétera- para hacer una previsión del voto. Es la gran ocasión de cocinar los números al gusto del partido porque no suelen ofrecerse públicamente todos los elementos que permitan juzgar si la estimación del voto es razonable o está al servicio de la propaganda. No obstante, en las últimas encuestas del PSC y de CiU la estimación de voto la han hecho Vox Pública y el Instituto Opina, respectivamente, y no los propios partidos.
Este periódico reclamó al PSC y a CiU algunos de los datos ocultos para evaluar la estimación de voto, como el voto directo y el recuerdo de voto de las autonómicas. Los socialistas facilitaron los datos de Vox Pública -muy favorables para el PSC, que tiene en voto directo una ventaja sobre CiU incluso mayor que en la estimación-. CiU se mostró conforme con facilitarlos, pero a última hora se excusó alegando dificultades logísticas.
- ¿Quién ganará las elecciones? Con los datos de dos encuestas tan distintas, ¿es posible aventurar ahora quién ganará las elecciones? Tanto Botella como Magre responden con rotundidad que no. Con independencia de la calidad de los sondeos, queda demasiado tiempo para los comicios. 'Una encuesta con un año de antelación sólo sirve para conocer la salud de cada partido, nada más', subraya Magre.
Pese a ello, Magre y Botella tienen su propia lectura del baile de cifras, y tampoco es coincidente. En opinión de Magre, las encuestas reflejan una 'debilidad importante de CiU', aunque añade que tiene tiempo para recuperarse. Como prueba esgrime que en las encuestas de Vox Pública el voto directo de CiU es inferior incluso al recuerdo de voto, lo que indica una inexorable tendencia a la baja y a la pérdida de electores en favor de ERC. Otro elemento que considera importante lo extrae de la encuesta de Opina: la valoración de Mas aún es inferior a la de Josep Lluís Carod, candidato de un partido pequeño como ERC, algo a su juicio impensable para alguien que aspira a ganar las elecciones.
En cambio, Botella considera que incluso si Maragall llevara ventaja sobre Mas, lo que pone en duda, el candidato socialista está hoy en peores condiciones de convertirse en presidente de la Generalitat que en 1998. En su opinión, la clave de las próximas elecciones está en la capacidad de los partidos de movilizar a sus electores más que en el trasvase de votos entre formaciones.
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