Un espectáculo importante
Se anunciaba como uno de los grandes acontecimientos de este Grec. En parte, por la excepcional calidad tanto de la adaptación de la novela de Thomas Bernhard realizada por el director polaco Krystian Lupa como de la magistral puesta en escena y la soberbia interpretación de los actores. Pero, sobre todo, porque el espectáculo dura (con sus correspondientes pausas, cena fría incluida) casi siete horas durante las cuales el espectador, aferrado al ligero salvavidas de un sobretitulado en catalán, es sometido a una inmersión intensiva en el idioma polaco. Planteado en estos términos, es obvio que Extinció (Auslöschung) no está pensado para un público mayoritario. Pero no deja de resultar sorprendente que un espectáculo de estas características sea sólo capaz de convocar en Barcelona a algo más de 200 personas que se diseminaron por unas pocas filas del imponente Teatre Fabià Puigserver.
Extinció (Auslöschung)
De Thomas Bernhard. Adaptación, traducción, dirección y escenografía: Krystian Lupa. Música: Jacek Ostaszewski. Intérpretes: Piotr Skiba, Jadwiga Jankowska-Ciéslak, Adam Ferency, Jolanta Fraszynska, Agnieszka Roszkowska, Wojciech Wysocki, Andrzej Szeremeta, Maja Komorowska, Marek Walczewski, Waldemar Barwinski, Zygmunt Malan, Marcin Tronski, Malgorzata Niemirska, Aleksandra Konieczna, Slawomir Grzymkowski, Agnieszka Wosinska, Jaroslaw Gajewski, Michal Gadomski, Krzysztof Szekalski, Jerzy Jaroszynski, Michal Gadomski, Dominik Cziao, Jaga Dolinska, Lukasz Gajewski. Teatr Dramatyczny de Varsovia. Teatre Lliure. Barcelona, 27 de junio.
Con Extinció, Krystian Lupa aborda la dificultad de trasladar a escena el material íntegro de una novela que, en principio, se articula, como es habitual en Bernhard, en forma de monólogo interior. A fin de cuentas, la anécdota, lo que la novela relata, es realmente muy poco, mientras que lo que importa son las evocaciones que desencadena un primer hecho trágico que dispara el proceso de rememoración, la regurgitación del pasado. Un telegrama anuncia al protagonista la muerte en un accidente de coche de sus padres y su hermano mayor. A partir de ese momento deberá enfrentarse a dos retornos: al territorio de la memoria y al de la infancia. Dos retornos aniquiladores que se adentran en los temas que caracterizan el universo narrativo de Thomas Bernard.
Pese a la evidente dificultad del desarrollo de la dramaturgia, no es esto, sin embargo, lo que hace que este espectáculo sea especialmente interesante. Lo fascinante, aquello que somete al espectador a un proceso en cierto modo hipnótico que lo mantiene durante siete hora clavado en su butaca, es el modo en que el tiempo transcurre en el escenario, la forma en que emergen de la trama caótica del tiempo unos recuerdos que reconstruyen el rompecabezas de una vida en la que entran y salen numerosos personajes que van dejando rastros desiguales de su paso. Krystian Lupa construye las escenas en un tiempo casi excepcionalmente moroso, en el que las réplicas y los silencios se alargan para dejar al descubierto el proceso del pensamiento.
Extinció se divide en cuatro actos. Cada acto contiene apenas tres o cuatro escenas. Los silencios constituyen probablemente el 50% de la obra. Y los diálogos son, en parte, reiterativos y a menudo extremadamente densos, de contenidos filosóficos. Sin embargo, se produce una atmósfera envolvente, que va desvelando, del mismo modo que con la palabra escrita lo hace Bernhard, un mundo oculto, invisible, rescatado del recuerdo. Lo que hace Lupa -que no en vano firma la traducción, la adaptación, la dirección y la escenografía- es trabajar al mismo tiempo todos los estratos de la percepción del espectador.
Hermosísima es la escenografía, sencilla, sin recargamientos, concebida como un espacio plástico y sonoro en el que los actores construyen delicadas tramas de tensión espacial. Sólo en unas pocas ocasiones aparece toda la compañía en escenas de composición de elegancia extrema. Es en estas coordenadas donde hay que inscribir el trabajo colectivamente imponente de una compañía de actores cuyo talento exhibe la poderosísima tradición sobre la que se asientan.
Al final el público, puesto en pie, prolongó el aplauso entusiasta durante varios minutos. Fue, pese a los pocos espectadores presentes en la sala, un aplauso cerrado que hizo salir a escena numerosas veces a la compañía del Teatr Dramatyczny de Varsovia. Un rotundo éxito.
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