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Crónica:PANTALLA INTERNACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Kamchatka', el refugio soñado ante las adversidades

Marcelo Piñeyro recuerda la dictadura argentina

En la que será, seguramente, su película más íntima, honda y personal, Marcelo Piñeyro sitúa en 1976, cuando se instaló en el poder la más sanguinaria de las dictaduras militares, la historia que se cuenta en Kamchatka, una coproducción de la española Alquimia en la que participa también capital argentino y francés, que está ya en pleno rodaje y tiene fecha de estreno prevista para octubre en Argentina y noviembre en España. Con Ricardo Darín y Cecilia Roth como protagonistas, además de los dos hijos pequeños de la pareja en la ficción, el director argentino de Cenizas del paraíso y Plata quemada intenta contar desde la mirada de un niño el drama que se desató entonces para hablar 'más allá de los desaparecidos físicos, de todo lo que también desapareció con ellos, de los legados interrumpidos, de algo que quedó talado en todos los argentinos'.

'Creo que el tema central de la película son los legados de padres a hijos'
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La película es también una historia de resistencia, de ahí el título. El juego de Táctica y Estrategia de Guerra (TEG), donde hay un territorio denominado Kamchatka, no estaba en el origen de la idea pero apareció inmediatamente después como un tablero común de juego de mesa en familia, de vínculo entre los personajes, aunque también puede ser tomado como el tablero que los circunda. Y ahí, en ese juego, Kamchatka, en el modo que lo narra la película, es como el lugar estratégico 'donde mandarse a guardar cuando todo va mal para reagrupar fuerzas y volver a empezar', en palabras de Piñeyro.

Al niño de 10 años que interpreta Matías de Pozo le dicen Harry en homenaje a Harry Houdini, 'el rey de los escapistas'. Le gustan los juegos de mesa, tiene un hermano menor, El Enano. Su padre -Ricardo Darín- es abogado y su madre -Cecilia Roth- trabaja en la universidad. Tras el golpe de Estado en marzo de 1976, los militares inician la cacería de ciudadanos y los padres de Harry deciden ocultarse fuera de la ciudad. La persecución llega hasta allí y antes de dejar a los niños al cuidado de los abuelos para continuar la fuga, sus padres le darán a Harry el juego del TEG para que encuentre el secreto escondido entre sus reglas.

A Cecilia Roth, que acaba de regresar de México, donde ha rodado La hija del caníbal, esta película le toca de forma 'muy personal, muy primaria'. A cada paso revive y recuerda su propio drama: 'Tengo el registro muy cercano de ese momento. Yo era una adolescente en 1976, el año en que se me quebró la vida porque dejé todo aquí cuando mis padres decidieron partir al exilio en Madrid. Ahora el rodaje me trae claramente el perfume de una época. No hay que escarbar demasiado dentro de uno para que todo eso salga, porque estamos muy marcados. Tal vez no de la manera en que la generación de los personajes que interpreto en la película. Son ellos los que tienen los hijos y los que están protegiendo a los niños, los que éramos los protegidos de esa época. Yo me sentía protegida por mis padres y llevada y traída por ellos como yo hago con mis hijos en esta película'.

En 1976, Marcelo Piñeyro tenía 20 años y estudiaba cine, pero no había encontrado el 'punto de vista' para hablar de esa época y no quería decir 'más de lo mismo'. Ahora no puede precisar cómo surgió la idea germinal de la historia: 'Creo que, de algún modo, rondaba en otras películas mías, básicamente en la primera, Tango feroz. Un día llegué y le dije a Marcelo Figueras, con quien trabajé el guión, 'se me ocurrió esto: contar la clandestinidad a partir de un chico de 10 años, que entiende lo que entiende, que saca las conclusiones que saca'. Yo sentía que ahí podíamos hablar de los legados que, si hubieran sido socialmente pasados, bueno, seguramente nuestra situación ahora habría sido otra. No creo estar haciendo una película que habla de lo sociopolítico o económico-político, todo lo contrario. Por un lado, uno de los temas de la película es cómo, de cualquier modo, para vivir uno necesita reconstruir cierta normalidad, reconstruir formas de cotidianeidad en la situación que fuere. La intención es hablar, justamente, mucho más de esto que desapareció: una mirada del mundo, de la vida, una mirada del alma, que tenía una concepción, una comprensión determinada del hombre y en consecuencia también de sus afectos, de sus vínculos, de su familia y de la sociedad en que ese hombre quería vivir. Yo creo que el tema central de la película, básicamente, son los legados de padres a hijos'.

'Leí el guión y me morí', dice Ricardo Darín, que tiene ahora mismo otros 12 guiones para leer. Sabe que está en un pico muy alto de su carrera. Pero no le preocupa eso, elige el trabajo con pasión de espectador: 'Yo pienso como público. Cualquiera que lea este guión se apasionaría de la misma manera porque es muy sentido, muy vibrado'.

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