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El PP castiga a CiU en el Parlament y le hace perder seis votaciones

Los conservadores se alían con la izquierda y pasan factura a Pujol por 'jalear' la huelga

El Partido Popular castigó ayer a Convergència i Unió en el Parlament y le quiso mostrar su enfado por haber 'jaleado' la huelga general. Los conservadores se aliaron con la izquierda para hacer perder a CiU hasta seis votaciones, en un gesto más simbólico que efectivo porque apenas tendrá consecuencias inmediatas para el Gobierno catalán.

El pleno de la Cámara de ayer puso de manifiesto el deterioro que en apenas dos semanas han experimentado las relaciones entre CiU y el PP: en la sesión de control los conservadores advirtieron a Jordi Pujol de que su fiel apoyo durante esta legislatura empieza a tambalearse. Minutos después, la federación nacionalista veía como el resto de los partidos se aliaban contra ella para estudiar un cambio en el sistema de elección de los consejos comarcales, uno de los feudos del poder municipal convergente.

A pesar de las desabridas formas, la actitud del PP no pasó por el momento de un mero toque de atención. Por una parte, el presidente regional del PP, Alberto Fernández Díaz, subrayó también que su partido 'no desea una ruptura' con CiU. Y las seis votaciones que la federación nacionalista perdió fueron en realidad de un mismo asunto y se trataba únicamente de una toma en consideración. El debate no se abordará hasta otoño en comisión y, por tanto, su aprobación dependerá del futuro desarrollo de las relaciones entre Convergència y el PP.

El PP catalán lleva toda la legislatura tratando de obtener, infructuosamente, el visto bueno de la dirección nacional para apretar las tuercas a CiU. Ahora, tras la huelga general, ha obtenido la autorización para impulsar iniciativas que disgusten a los nacionalistas, pero sin poner en peligro la estabilidad del Gobierno de Jordi Pujol.

Participación de Arenas

Ayer, el secretario general del PP, Javier Arenas, estuvo en contacto permanente con Alberto Fernández Díaz y participó en el diseño de la estrategia de acoso a CiU. La sesión de ayer fue el inicio. Hoy el PP hurgará en los viajes al extranjero de los consejeros del Gobierno catalán y la presencia del secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, en la reciente visita del conseller en cap, Artur Mas, a Cuba. Y el viernes, el PP continurá su hostigamiento en la comisión de control de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) por el trato, a su entender injusto, que reciben de los medios públicos de la Generalitat.

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Durante la sesión de control de ayer, Fernández Díaz elevó el tono de sus críticas al Gobierno de CiU y afirmó que el PP 'se cuestiona seriamente si vale la pena apoyar al Gobierno de la Generalitat'. A su juicio, el Ejecutivo de Pujol es 'más una carga para el futuro y para el desarrollo de Cataluña que su motor' porque ha dejado de apoyar las iniciativas gubernamentales de José María Aznar. Algunos de los reproches de Fernández Díaz fueron aplaudidos en los bancos socialistas.

A todo ello Pujol respondió echando mano del célebre estribillo 'no nos moverán' para dejar claro que CiU no se amilanará por las amenazas del PP y que incluso está dispuesta a asumir la convocatoria de elecciones anticipadas. Posibilidad esta, no obstante, que ni nacionalistas ni conservadores contemplan seriamente por ahora.

'No nos moverán de nuestros principios, no nos moverán de nuestras convicciones, no nos moverán de nuestro programa', proclamó Pujol en respuesta a Fernández Díaz. Y añadió: 'Y si ello nos ha de costar lo que sea, por ejemplo quedar en minoría una, dos o tres veces, o hacer insostenible la continuidad de la legislatura, tendremos que aceptar las consecuencias. No lo deseamos, no lo provocaremos, pero en cualquier caso a nosotros no nos moverán'.

Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) hurgaron en las desavenencias entre ambas formaciones. El secretario general de los independentistas, Josep Lluís Carod, fue quien se mostró más duro con CiU y especialmente con Artur Mas. Éste afirmó el martes que ERC perdería su credibilidad si votaba junto al PP. '¿Me puede decir, si una vez es credibilidad cero, qué credibilidad tienen ustedes [CiU] después de siete años continuados votando día y noche con el Partido Popular?', le preguntó a Jordi Pujol, en medio de constantes murmullos en los bancos convergentes y de aplausos de los diputados de izquierda.

Rafael Ribó, de ICV, acusó a Pujol de haberse 'enquistado en la derecha' y le interrogó sobre si 'la congelación' de sus relaciones con el PP son 'el principio de la comedia' o se han convertido ya en una 'obsesión'.

Aislamiento calculado

Los dirigentes de CiU hicieron bien poco para evitar la imagen de aislamiento que evidenciaron ayer, especialmente ante la sucesión de votaciones que perdieron. En otras ocasiones en que podía quedar en minoría, la federación nacionalista había optado a última hora por sumarse al resto de los partidos para no perder la votación y ayer no le hubiera supuesto ninguna consecuencia grave hacer lo mismo porque únicamente se votaba la toma en consideración de varias propuestas.

Pese a ello, optó expresamente por diferenciarse del resto con dos objetivos: por una parte, reforzar la imagen de partido supuestamente coherente que prefiere quedar en minoría antes que ir en contra de sus principios -en la línea del 'no nos moverán' que ayer subrayó Pujol-; por otra, para legitimar paradójicamente su alianza con el PP, como se encargó de explicar el portavoz parlamentario de CiU, Ramon Camp. Tras las votaciones, éste denunció una y otra vez la 'doble moral' de la izquierda por pactar con el PP y a la vez 'anatemizar' la colaboración entre populares y CiU.

Las votaciones en que CiU quedó en minoría afectan a la reforma del sistema de elección de los consejos comarcales y, pese a que todas las propuestas se abordaron en un único debate, la izquierda pidió seis votaciones separadas para evidenciar el aislamiento de los nacionalistas. Estas propuestas se analizarán a partir del otoño en una ponencia conjunta. Si el PP mantiene su texto tal y como lo presentó ayer -lo que dependerá de la relación que tenga con CiU cuando se debata-, Convergència podría perder el control sobre una quincena de consejos comarcales.

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