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Reportaje:Turquía | Semifinales: Brasil-Turquía | Mundial 2002

El eterno cabeza de turco

Juegue limpio o juegue sucio, Ozalan siempre está en el purgatorio

José Sámano

Si hay algún cabeza de turco en el equipo que dirige Senol Gunes ése es el grandote defensa Ozalan. Al central le han mareado en los últimos años, y no precisamente los delanteros contrarios. Es una cuestión de ética y, a sus 30 años, aún no sabe cómo acertar en esto del fútbol. Un día es el chico bueno y otro el pistolero.

El tormento de Ozalan comenzó durante la Eurocopa de Inglaterra 96. Turquía, que hacía tiempo que no desfilaba por un gran torneo, se enfrentaba a Croacia. El encuentro estaba igualado a cuatro minutos del final cuando el ex valencianista Vlaovic recibió un pase en largo y salió disparado como una gacela. Ozalan corrió tras él, a un paso. A medida que el croata se iba acercando a la portería era evidente que el defensa iba a derribarle, pero no lo hizo y con ese gol Croacia ganó.

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La UEFA, que tiene esas cosas, galardonó a Ozalan con el Premio al Juego Limpio por no haber cacheteado a Vlaovic. Pero Fatih Terim, el entonces seleccionador de Turquía, montó en cólera: 'Yo le habría dado un premio si hubiera hecho falta y le hubiesen expulsado'. A rebufo de Terim, los medios turcos cargaron contra Ozalan, que pasó un calvario al regresar a su país.

Cuatro años después, en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000, en el partido Turquía-Portugal, Ozalan, que no había olvidado las acusaciones contra él por blandengue, se enzarzó en un cuerpo a cuerpo con Couto, al que propinó un guantazo. El turco fue expulsado, su equipo perdió por 2-0 y, a la conclusión, Mustafá Deniz-li, el técnico, también la tomó con él. Esta vez, por no contenerse ante el provocativo Couto: 'De no haber sufrido una expulsión tan pronto, habríamos vivido otro partido'.

Ozalan de nuevo se vio en el purgatorio, aunque el Aston Villa, inglés, le echó el lazo tras la Eurocopa y le sacó de Turquía, donde jugaba en el Fenerbahce, por 10,5 millones de euros. En su primera temporada se consolidó en la Premier League, donde sus 188 centímetros le garantizaban un plus de supervivencia. Sin embargo, en este curso, una lesión de rodilla le tuvo largo tiempo en la enfermería y hasta el último momento no vio garantizada su plaza mundialista. Ya no estaban ni Terim, que no le perdonó su juego limpio, ni Deniz-li, que no le indultó por violento, sino Gunes.

A la primera de cambio, en el debú de Turquía, ante Brasil, con 1-1 y en el minuto 86, Rustu, el portero turco sacó mal. La pelota le cayó a un brasileño, que dio un pase en profundidad a Luizao. El ex del Deportivo se fue hacia la portería y, cómo no, Ozalan era el defensor más cercano. Menudo dilema. Ozalan, de nuevo bajo sospecha. Qué maldición. Pero el turco tomó una sabia decisión. No agredió a Luizao. Sólo le agarró y fuera del área para evitar el penalti. Todo perfecto hasta que el árbitro, un surcoreano, sancionó la falta donde le dio la gana, dentro del área. Penalti y expulsión de Ozalan. Y otra vez la misma cantinela. Su entrenador le puso a caldo y le prohibió hacer declaraciones.

Hoy, en la semifinal contra Brasil, Ozalan, que ha sido 63 veces internacional, estará en la encrucijada. Arrastra una tarjeta amarilla y con otra se perdería la final en caso de victoria. Preguntado al respecto, en esta ocasión se ha anticipado a los acontecimientos: 'Si tengo que hacer una falta y jugarme la amonestación, la haré'. Por una vez en su vida, no quiere ser cabeza de turco de nuevo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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