_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Realidad virtual

Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos al PP por habernos ensanchado la realidad, por haber aumentado la oferta de canales en esa nueva modalidad de entretenimiento que es la política.

Quienes consideran que la seguridad es el fin que justifica el sacrificio de todos los valores han podido disfrutar estos días en Sevilla con el levantamiento de vallas, con el aumento de los controles en la ciudad y con la prohibición del itinerario propuesto por el Foro Social. A estos consumidores les gusta sentirse a salvo de los sanguinarios manifestantes anti-globalización, y agradecen las medidas policiales de un gobierno eficaz. Por su parte, aquellos ciudadanos menos preocupados por la seguridad y más sensibles a la libertad, la solidaridad o la tolerancia también han disfrutado de lo lindo a juzgar por las informaciones de este periódico. Las alegres y festivas protestas contra la política de los Quince habrán sido ineficaces, pero al menos han resultado divertidas.

Quienes por motivos ideológicos o intereses comerciales no deseaban que triunfase la huelga del 20-J pudieron vivir con absoluto realismo esta ficción gracias a la formidable interpretación que llevaron a cabo los principales ministros del Gobierno y a ese casco de realidad virtual que es la televisión pública. Los partidarios de la huelga por su parte también quedaron satisfechos; sólo tuvieron que salir a la calle para vivir la experiencia contraria: un país donde la mayoría de los asalariados dejaban de trabajar para protestar por una ley infame.

Quienes creen que José María Aznar es un estadista de talla internacional con influencia sobre los principales líderes europeos habrán vivido una cumbre de Sevilla en la que nuestro presidente imponía sus valientes propuestas contra la inmigración. Quienes por el contrario piensan que Aznar es un gobernante mediocre, un facha mondo y lirondo con escaso peso en las reuniones internacionales, lo habrán pasado bomba viendo a los colegas conservadores del presidente parando el carro de sus ímpetus xenófobos. Ha estado gracioso: lo que iba a ser un acuerdo, impulsado por el Gran Aznar, que solucionase para siempre el problema de la inmigración se ha quedado en una especie de felicitación navideña escrita a pie de página.

Es una mezquindad decir que el Gobierno miente cuando ofrece una alternativa a la realidad, cuando la enriquece. Yo diría que Aznar ha liberalizado la verdad, que ha roto el monopolio de los hechos para ofrecer a los consumidores de entretenimiento político la realidad que cada uno demanda. Quizás lo veamos más claro si el hoy diputado por Almería, Rafael Hernando, es nombrado algún día director general de Radiotelevisión Española.

Lo que no entiendo es por qué tras el partido del sábado, Cabanillas no salió en la tele para ofrecernos la realidad alternativa que muchos necesitábamos. Eliminada España tras la tanda de penaltis, cuántos de nosotros le hubiésemos agradecido al portavoz del Gobierno unas palabras de felicitación a la selección de Camacho por haber ganado a Corea con un gol de Morientes a pase de Joaquín y por haber alcanzado al fin las semifinales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_