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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La economía de mercado defendida con pragmatismo

Jesús Mota

'Hoy, el sistema de mercado es un sistema dirigido, fuertemente cargado o adornado con lo que los partidarios del libre mercado de la vieja escuela describen despectivamente como interferencias. En estos sistemas, el Estado es el comprador más importante. De todos los agentes es el que tiene la lista de la compra más larga, incluyendo en ella al ejército, las obras públicas y los servicios de policías y de los funcionarios'. Baste este párrafo para entender las profundas diferencias de talante que existen entre Lindblom y los predicadores del catecismo neoliberal, varados para siempre en las generalidades vacuas de la ley de la oferta y la demanda. El autor de El sistema de mercado defiende la economía regulada por el precio libre, faltaría más, pero su perspectiva es un poco más amplia y más matizada que la de los tertulianos liberales aficionados a construir sinfonías económicas con una sola nota musical.

El sistema de mercado

Charles E. Lindblom Alianza Ensayo ISBN 84-206-6777-3

Lindblom apuesta por el matiz, por la cuenta que le tiene. La defensa de la economía de mercado tiene que ser en la actualidad muy matizada; no puede ser de otra forma cuando en el país capitalista por excelencia muchas grandes empresas viven de los contratos que firman con el Gobierno, y gran parte de las empresas pequeñas y medianas viven de los suministros que venden a las grandes para cumplir esos contratos. Tan importantes son los matices que al autor no le duelen prendas para exponer algunas dudas graves sobre la aportación del capitalismo al desarrollo: 'Bien pudiera ser que fueran la tecnología y la industrialización más que el sistema de mercado quienes realmente se mereciesen el crédito de haber hecho a las sociedades más ricas'.

La idea de mercado que se expone en el libro es dinámica, fundada en la interrelación de demostraciones empíricas y consensos políticos. Por ejemplo, es un hecho que la superioridad reconocida de la economía de mercado es hoy una consecuencia del respaldo que le prestan millones de personas; pero ese respaldo, como reconoce el autor, es una cuestión política y no una demostración incuestionable.

Está claro que el texto defiende abiertamente la superioridad del mercado en cuanto que funciona guiado por el llamado precio de eficiencia. Como Lindblom hace gala de un pragmatismo a prueba de bomba neoliberal -menos cuando se enreda en cuestiones tan baladíes como si puede existir un sistema económico alternativo al de mercado-, sostiene el mercado es compatible con ciertos sistemas de planificación. La coexistencia de ambos sistemas -aunque queda claro que la indicación de los precios es superior a las decisiones de planificación- tiene una sólida fundamentación. Como ésta: 'Cuando desde el gobierno se establece un impuesto o se concede una subvención sobre algíun bien o servicio con el fin de modificar o soslayar la elección de los participantes en el sistema de mercado, a lo que se apunta es a realizar fines de naturaleza colectiva. (...) Esto significa que desde el gobierno se considera que, para el bien o servicio sobre el que recae su actuación, la valoración que de él hace el mercado y su precio de eficiencia no serían la medición adecuada del coste'. Un paso más y se defenderá lo evidente, es decir, que algunos bienes o servicios, los que la sociedad decide, no tienen porqué estar sometidos al principio de eficiencia. Que es el punto que no entienden los neoliberales.

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