Los extras de la historia
Comerciantes del centro dicen que la cumbre ha sido una 'ruina'
Las calles del centro de Sevilla estaban medio dormidas a las 11.00 de la mañana de ayer. El calor y las incomodidades del tráfico provocadas por el plan de seguridad de la cumbre europea han incitado a muchos a alejarse de la capital; España, además, se estaba jugando el pase a las semifinales del Mundial y los pocos sevillanos que se han decidido a salir han acabado sucumbiendo al fútbol y han buscado un bar con televisión para ver por lo menos los penaltis.
'Nos ha dejado más dinero el fútbol que la cumbre', asegura Ricardo, encargado de una cafetería situada enfrente de una de las zonas valladas, mientras recoge los restos de los desayunos que muchos clientes han dejado a medias tras la debacle de la selección. Los pequeños comerciantes coinciden en que la rentabilidad económica del Consejo Europeo ha sido 'nula', menor que cualquier fin de semana de primavera, aunque algunos confían en que el evento haya servido de escaparate a la ciudad y los beneficios se dejen notar a largo plazo.
'Por aquí no ha pasado nadie. Sólo policías. Llevamos unos cuantos días de ruina, días muertos sin ventas. Yo pensé que iba a haber más gente, pero al revés', advierte la propietaria de una tienda de recuerdos de la Plaza de San Francisco. 'Los sevillanos se han quitado de en medio, yo creo que por miedo; los políticos y los periodistas venían con todo servido y pagado y ni han podido pasearse por aquí. Y los que vienen a manifestarse tampoco gastan', concluye una clienta.
'No hay nada que hacer. ¿No ves cómo estamos?', se lamenta mano sobre mano un camarero del Bar Laredo, a escasos metros del Ayuntamiento. 'Si hubiéramos cerrado no hubiéramos perdido nada'.
Curiosidad y miedo
Algunos sevillanos, no obstante, se han decidido a tomarle el pulso a la ciudad y a vivir a pie de calle dos días históricos. Aunque sólo fuera por curiosidad o para olvidarse del fútbol, muchos se fueron uniendo a mediodía a los empleados de comercios y a los simpatizantes del movimiento antiglobalización que, hasta entonces, eran casi los únicos que habitaban las calles. 'El problema es que hay mucho miedo, y los atentados de ayer [por el viernes] ya han creado psicosis', afirma Juan Ollero, que ha salido con su hijo de seis años a 'palpar el ambiente'. 'Aunque con la ratonera que es estos días Sevilla, ya se ha visto que les es más fácil atentar en cualquier otro sitio'.
Marta y Claudia, dos jóvenes sevillanas de 22 años que dicen no pertenecer a ningún colectivo antiglobalización, se acercaron al centro para 'mirar'. El viernes se cruzaron por casualidad con dos actos organizados en la calle por el Foro Social y acabaron uniéndose a un pasacalles. 'Son días especiales y hay que disfrutarlos. Hay gente de toda Europa que viene a defender sus ideas, igual que los presidentes de Gobierno', dice Claudia, que lleva toda la mañana intentando convencer a su compañera para ir por la tarde a la manifestación.
'¿Miedo? Eso es lo que quieren algunos. Yo creo que los que quieran violencia la van a tener, pero en general va a ser divertido', señala la joven. Su amiga no termina de tenerlo claro: '¡Si yo hace una semana no sabía ni que iba a haber todo esto en las calles! Me gusta el ambiente y la mayoría va de buen rollo, pero seguro que pasa algo. ¿Si no, para qué tanto policía?'.
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