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Reportaje:

Huelga hasta la frontera

Los ciclistas de la Volta corrieron sólo el tramo andorrano de la etapa reina

Una etapa reina reducida a dos puertos y 55 kilómetros, y en el extranjero; un pelotón dividido, unas consecuencias imprevisibles. La Volta a Catalunya, la única competición deportiva profesional de alto nivel que se disputaba en España, también se vio afectada por la huelga general.

Los ciclistas se presentaron al mediodía al control de firmas en Barruera (Lleida), pero a continuación, en vez de subirse a la bicicleta, se montaron en los coches y autobuses de los equipos para trasladarse hasta la aduana de Andorra, donde, a las 16.15, comenzó de forma efectiva la etapa. Hora y media después, y con dos duros puertos de montaña en sus piernas, el corredor modesto José Antonio Garrido, del equipo Jazztel, levantaba los brazos como vencedor en la estación de esquí de Pal. Fue el final de una jornada dura que tuvo un desarrollo menos suave de lo que aparenta.

'No quisimos imponer nada, pero hay mucho contrato deficiente y mucho puesto de trabajo en el aire'
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'Habrá que decir que estamos contentos', dijo José Rodríguez, presidente de la Asociación de Ciclistas Profesionales (ACP), el sindicato de los corredores, que no podía esconder una cierta desazón por la herida que se ha abierto.

El domingo pasado todo parecía más sencillo. Aquel día, la víspera del comienzo de la Volta, carrera que termina el domingo, una cuarentena de corredores convocados por la ACP decidía prácticamente por unanimidad sumarse a la convocatoria de huelga general. En un ambiente de euforia y solidaridad, los corredores más temerosos, aquellos que cuentan con contratos precarios, recibían el apoyo de los más decididos. Había sensación de fuerza, quizás sobreestimada. 'No tendréis narices para hacer la huelga', les desafió un director.

Al día siguiente, comenzaron las presiones y los agobios. Algún equipo amenazó con despedir a los corredores huelguistas; los organizadores, ya castigados con la noticia de que TVE no consideraba a la Volta merecedora de servicios mínimos, veían peligrar el patrocinio publicitario de 40.000 euros del Gobierno de Andorra, se negaron a anular la etapa y apelaron a la Unión Ciclista Internacional (UCI): los ciclistas que no tomaran la salida en la etapa del 20 de junio quedarían eliminados.

La ACP buscó el apoyo de la asociación internacional, presidida por el legendario Francesco Moser, pero no lo encontró: ningún ciclista extranjero estaba dispuesto a sumarse a la huelga.

El golpe definitivo lo dieron las declaraciones de Roberto Heras, el ciclista bejarano que alcanzó el liderato el miércoles y dijo, nada más bajar del podio: 'Yo corro en un equipo de Estados Unidos y allí nadie me ha dicho nada de la huelga. Soy el líder de la Volta y saldré a ganar'.

Finalmente, en una asamblea que acabó en la madrugada de ayer, los corredores encontraron una fórmula que les permitiera conciliar su derecho a la huelga con el derecho a seguir trabajando el día siguiente: correr sólo en Andorra, y, además, hacerlo en marcha neutralizada. 'Nos comprometimos a salir y llegar, nada más', dice un ciclista de la asamblea. 'Fue una salida con la que cedíamos bastante, porque el primer acuerdo fue de huelga total'.

Pero, al igual que en otras ocasiones, los ciclistas fueron incapaces de mantener la unidad hasta el final. Antes de llegar a Andorra, algunos corredores se bajaron del coche para hacer en bicicleta los últimos kilómetros hasta la frontera, lo que creó las primeras disensiones. Y hubo ataques que rompieron el pacto nada más comenzar la etapa. Fernando Escartín, uno de los primeros clasificados, recordó que ya hizo huelga en el Tour de 1998. 'Y nadie me apoyó. Fui uno de los grandes perjudicados'.

Casi 20 minutos después de Garrido, quien en principio había mostrado su apoyo a la huelga, llegó un nutrido y orgulloso grupo: los corredores que habían mantenido su palabra hasta el final. Entre ellos, los ocho miembros del Euskaltel-Euskadi, y Pedro Horrillo. Y también el campeón del mundo, Óscar Freire. 'No quisimos imponer nada a nadie', disculpa Rodríguez. 'Hay mucho contrato deficiente y mucho puesto de trabajo en el aire. Hay miedo'.

Los corredores, poco antes de la salida real, en la aduana de Andorra.
Los corredores, poco antes de la salida real, en la aduana de Andorra.RAFA SEGUÍ

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