Sí es posible

El editorial aparecido el 12 de junio en EL PAÍS, bajo el título de Hambre y retórica, tilda al final del segundo párrafo de 'irreal' el documento aprobado en la cumbre de la FAO, así como el alumbrado hace seis años cuando se fijó el objetivo de reducir a la mitad el número de famélicos para el año 2015. Aun estando de acuerdo en términos generales con la línea que este artículo defiende, no consideramos que la consecución de ese objetivo sea irreal. Es cierto que no se están dando los pasos necesarios y que al ritmo que van las cosas (seis millones de personas por año, frente a los 22 que se esperaban) será muy difícil lograrlo. Pero tal vez el término 'irreal' puede llevar a equívocos a algunos lectores, porque puede entenderse como la necesidad de que nuestros representantes sean menos exigentes en sus compromisos. El objetivo de reducir a la mitad el hambre en el año 2015 es técnica y económicamente realizable. Por otro lado, no olvidemos que los objetivos de desarrollo internacional surgen de acuerdos de mínimos y que se tendrá que seguir trabajando después de 2015 para acabar con la pobreza y el hambre en el mundo.

No pongamos la excusa en bandeja a los gobernantes que miran a otro lado; el cumplimiento de los acuerdos internacionales surgidos de las diferentes conferencias de Naciones Unidas, y ratificados en la Declaración del Milenio celebrada en el año 2000, necesitan un compromiso firme. Como bien dice el editorial citado unas líneas más abajo: 'La solución al hambre es política y exige un compromiso radical de los poderosos'. Participemos también todas y todos los ciudadanos exigiendo su cumplimiento.