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Reportaje:LA INMIGRACIÓN

Culpables y víctimas de la violencia

Luis Gómez

El futuro no es incierto. 'Inevitablemente, el porcentaje de delincuentes extranjeros va a crecer en los próximos años', escribe Juan Avilés, director del Grupo de Estudios Estratégicos, autor que ha realizado frecuentes análisis para la Guardia Civil. Así leído, en bruto, despojado de todo matiz, significa que las tasas brutas, los valores absolutos irán sistemáticamente apoyando las tesis de quienes han abierto la veda de la criminalización del inmigrante. Cada año, más delitos cometidos por extranjeros. Cada año, más inmigrantes poblando las ya nutridas cárceles españolas. El mismo autor reconoce que no hay una relación directa entre delincuencia e inmigración, como demuestran numerosos estudios reconocidos internacionalmente. ¿Dónde está la contradicción? ¿Será España una excepción a la regla?

A. Izquierdo: 'En las zonas de mucho contacto con inmigrantes se pueden producir reacciones en las que dejemos chiquitos a otros países'
La tasa de criminalidad, hechas las correcciones sobre sexo y edad, es más alta entre los inmigrantes europeos que entre los de otros continentes
La generalización divulga teorías incorrectas: no son más proclives a la delincuencia los inmigrantes de primera generación que los de la segunda

Estadísticas

No hay tal contradicción. Todo depende de la honradez con la que se utilicen las estadísticas, de la predisposición a poner sobre la mesa las correcciones que apuntan los sociólogos. Afirmar que cada vez habrá en España más delincuentes extranjeros tiene una explicación bien sencilla: el delincuente tipo es un varón entre 16 y 44 años. Pues bien, la tendencia demográfica española apunta a un descenso de este sector de la población, lo que significa que, en valores relativos, cada vez habrá menos delincuentes nacionales. Por el contrario, los inmigrantes pertenecen en su inmensa mayoría a este sector de edad: son jóvenes y varones. Y por tendencia, cada vez serán más en el conjunto de la población residente en España. De esta conclusión matizada es más difícil apuntar con el dedo acusador a los extranjeros.

Pero en la arena política no siempre son útiles las correcciones estadísticas. El aumento registrado en los índices de delincuencia del año 2001 movió al Gobierno a poner en circulación una explicación que pareciera convincente. Y no pareció encontrar otra que relacionar ese incremento con la inmigración. El ministro Rajoy argumentó en el Parlamento que 'un 40% del total de detenidos por la policía española eran extranjeros' y que, 'en algunos delitos', ese porcentaje había llegado hasta el 50%. Para rematar la cuestión, afirmó que 'el 89% de los presos preventivos que ingresaron en prisión durante los meses de enero y febrero de este año eran extranjeros'. Resulta que un año antes, esas mismas cifras oficiales reflejaron durante el año 2000 un descenso de la delincuencia del 3%, a pesar de que la población inmigrante aumentó ese mismo año un 17%. Naturalmente, nadie habló de los extranjeros entonces.

Puestos a hacer un uso parcial de las cifras absolutas, Interior olvidó señalar que uno de los aspectos en los que el incremento de delitos ha subido más (hasta un 394%) fue el relativo a denuncias contra los derechos de los trabajadores, cuyas víctimas fueron, precisamente, los inmigrantes. Ello sin considerar con que hay una serie de delitos violentos que cometen extranjeros sobre extranjeros. De todo ello se podría sacar una conclusión referente al inmigrante: los datos absolutos le convierten en culpable, y, en ocasiones, los datos relativos, en víctima. Es una manera de golpearle dos veces.

Carencias estadísticas

Sociólogos consultados por este periódico reconocen que en materia de delincuencia es difícil hacer afirmaciones demasiado tajantes, dadas las carencias estadísticas en las que nos movemos. No existe un instituto independiente que haga estudios en esta materia, las divergencias entre las cifras que ofrece Interior y la Fiscalía del Estado suelen ser clamorosas, nunca se ha realizado una encuesta de victimización como se hace en otros países de Europa y, para remate, no todas las fuerzas policiales que actúan en el Estado español utilizan la misma metodología. 'Son frecuentes las duplicidades de datos. Incluso la misma fiscalía duda de algunas cifras aportadas en algunas regiones porque supone que están magnificadas para reclamar un aumento presupuestario', advierte José Antonio Rodríguez, director del Instituto de Estudios de Seguridad y Policía. 'Interior es poco receptivo a que una institución académica haga un informe para no prejuzgar las cosas y se ha inclinado por ir a una catarata de ideología negativa. Una generalización excesiva no es hacer teoría, sino xenofobia', sostiene Antonio Izquierdo, catedrático de Sociología de la Universidad de A Coruña.

La generalización lleva igualmente a divulgar teorías incorrectas. Por ejemplo, que marroquíes o colombianos son proclives a la delincuencia porque ocupan las primeras posiciones en la clasificación de población penitenciaria. En este sentido, los matices pueden echar por tierra la aparente teoría. Juan Avilés, en su estudio, y después de hacer las correspondientes correcciones sobre población, sexo y edad, llega a la conclusión de que la tasa de criminalidad de los europeos es superior a las de los extranjeros de otros continentes (63 por 50). Y en cuanto a la población penitenciaria, a nadie se le escapa la dificultad de magrebíes, africanos o colombianos para beneficiarse de la condicional o del tercer grado en comparación con los presos nacionales o europeos. 'Son más pobres, no tienen trabajo ni residencia fija', sostiene el senador Juan Barranco.

Crimen organizado

'Otro punto es su posible infiltración por la delincuencia organizada', señala Juan Avilés, quien reconoce que en España existen muy pocos estudios sobre la penetración del crimen organizado. 'Aquí, durante años, la tesis oficial ha sido la de negar su existencia', apunta José Antonio Rodríguez. Es evidente, como apuntan muchos expertos policiales, que España se ha convertido en un buen destino para muchos delincuentes extranjeros por diferentes razones, entre otras porque este país es visitado cada año por cerca de 50 millones de turistas.

Otra generalización que se cae por su propio peso: los inmigrantes de segunda generación, los ya plenamente integrados, tienen menos tendencia a la delincuencia. Sucede lo contrario: precisamente porque no tienen en consideración las penalidades que sus padres vivieron en su país de origen, son más propensos a la frustración si ocupan los estratos sociales más bajos de la población.

'Con la inmigración no se puede hacer ingeniería social. Algunos aspectos de la latinoamericanización que se está buscando en España pueden salirles por la culata a las autoridades porque a lo mejor en algunos conceptos no están tan próximos a nuestra cultura', argumenta Antonio Izquierdo, quien ve un futuro poco halagüeño: 'Este asunto va a estar presente en las próximas campañas electorales, porque parece claro que alguien ha decidido que así sea, porque entienden por dónde pueden ir los votos con la atmósfera que se está creando. Y en las zonas de mucho contacto con inmigrantes pueden producirse reacciones en las que dejemos chiquitos a otros países'.

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