El cuaderno nuevo
Pronto se dio cuanta que escribía peor que los demás niños. Cuando empezaba un cuaderno, se ilusionaba pensando que lo haría mejor. Durante las primeras letras, quizá las primeras líneas, pensaba haberlo conseguido. Después venía la sensación de fracaso y el pesimismo. La ilusión volvía a surgir al empezar el siguiente cuaderno.
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